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La Extorsión de Martino Zaidelis, es como el North by Northwest (1959) de Alfred Hitchcock
Sadit Gabriel
En el cine, hay artes mayores y artes menores. Aquellos del primer grupo (mal llamados filmes de arte y con antecedentes en la Francia de inicios del siglo XX), son aquellos que, a partir del
uso de las innumerables técnicas cinematográficas, buscan fundir su discurso bajo bellas aserciones y pletóricas pinceladas, al puro estilo de Eisenstein o Hitchcock; intentan ensayar y generar rupturas con ciertos convencionalismos (muy resumidamente).
El segundo grupo (el mal llamado cine comercial), es demeritado por carecer de una finalidad con impacto trascendental (lo cual es debatible). Ambos, en sentido estricto, son arte, pero hay
artes mayores y artes menores. La Extorsión (2023) bien puede incluirse dentro de este último tándem de cintas porque, en sí, jamás tiene mala pinta. Es buena y ya; aporta un entretenimiento sin mayor complejidad.
Proporciones se deben guardar, y muchas, pero con esto se clarifica el argumento: La Extorsión de Zaidelis, es como el North by Northwest (1959) de Hitchcock. Ambas son cintas donde
nuestros protagonistas se ven envueltos inconscientemente en intrigas internacionales, solo que el metraje del primero no cuenta con las pinceladas y el uso cabal de las posibilidades cinematográficas empleadas por el verdadero maestro. Explota solo una milésima parte de las herramientas ofrecidas por la imagen en movimiento; es buena, es arte, pero uno sin mayor talento.
