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Salvador Guerrero Chiprés
Las Comisiones de Participación Comunitaria (Copaco) y los proyectos del Presupuesto Participativo, elegidos ayer, son oportunidad ciudadana: desde ahí se complementan seguridad, recuperación del espacio urbano, iluminación y sobre todo la organización de lo social.
La Ley de Participación Ciudadana prevé estas figuras de la democracia participativa desde agosto de 2019, cuando entró en vigor con la intención de que la ciudadanía proponga y elija en votación los programas para mejorar su entorno desde barrios y colonias a veces ignorados por las dinámicas convencionales de las alcaldías.
Este año, en las mil 787 unidades territoriales se votaron 22 mil 327 proyectos de mejoramiento urbano para 2023 y 2024 —a realizar con recursos del presupuesto participativo que representan hasta 4 por ciento del presupuesto anual de las alcaldías—, además de elegir entre 28 mil 994 candidatos de las Copaco.
Entender esta dinámica de la democracia es central en la cercanía entre alcaldías y población y deberían ser percibidos y vividos como respaldo didáctico y cívico para la política en la CDMX. En alcaldías como Benito Juárez o Cuauhtémoc se documentaron intentos para influir con llamadas a votar en determinado sentido, promocionando proyectos específicos o con la inscripción de los mismos planes en unas 130unidades territoriales. Ahí se presenta una nueva dinámica de la ciudadanía frente a la política.
El funcionamiento del sistema requiere a las alcaldías así como reconocimiento, lo ha planteado la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a los derechos y la capacidad de la ciudadanía para participar de la vida pública. En la capital nacional, esta elección es la antesala del proceso electoral del 2024 cuando se renovará la Jefatura de Gobierno, alcaldías y Congreso. Así no solo se enchula la colonia, sino la democracia.
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