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Juan Hernández
Como dirían los niños de la escuela, “les traigo un chismecito del bueno…” y resulta que nuestros confidentes nos comentan que hay un alcalde y dos funcionarios de la Ciudad de México que ya no están llegando
a su casa porque están “sintiendo pasos en la azotea”.
Lo curioso del asunto es que, en dos representaciones de los estados, así como no queriendo la cosa, le están dando posada, por aquello de las dudas y muy posiblemente, este fue el mismo esquema que haya sido usado por un exdelegado blanquiazul. La versión para algunos de mis colegas no les pareció nada rara ni descabellada, y bien vale la pena consignarla y analizarla.
En donde están las cosas que arden, es en el seno del Partido Revolucionario Institucional capitalino, ante la pérdida de presencia de sus figuras machuchonas en los medios, en las bardas y en los espectaculares, porque todos los reflectores se han ido hacia el campechano Alejandro Moreno, “Alito” y sus seguidores, pero la demás caballada está a la deriva.
Y lo peor de todo, es que algunos de los priístas están analizando cambiar la camisa tricolor por una cachucha color guinda (por la idea de enmendar el camino) o una chamarra blanquiazul (por aquello que se pretenden montar en la ola de #EsTaboada), pero en el análisis de este caso, es que ante el abandono que sufrieron de su dirigencia nacional y las constantes derrotas que los edujeron a ser parte de la chiquillada, buscan salvar una gran parte de su capital político.
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