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Abraham Mendieta
Desde mucho antes de que Andrés Manuel López Obrador fuera presidente, sus adversarios han buscado hacerle daño utilizando a su familia. Quizá el mejor ejemplo de eso fue su hermano, Arturo López Obrador,
quién, durante un tiempo se rentó en campañas políticas del PRI para insultarlo y hacer negocio a costa de la calumnia, pero del que, hay que reconocer, al menos se comportó medianamente tranquilo durante este
sexenio.
Por otro lado, sus hijos mayores fueron hostigados, monitoreados, perseguidos y acosados por supuestos periodistas que encontraban en la vida privada de sus más cercanos, justificación para intentar golpear a López Obrador, pero especialmente, para hacerle daño personal al hoy presidente. Quienes de manera mezquina instigaron este acoso, ya tienen claro que no van a encontrar nada en las vidas de los hijos y cercanos de López Obrador: no lo hacen con ese propósito, sino con el de golpear el estado de ánimo de un hombre decente, que sabe que los ataques que reciben sus seres queridos, son para golpearlo a él.
Después de llegar a la presidencia, los ataques se hicieron mucho más personales y mezquinos, atacando incluso al hijo menor de edad del presidente López Obrador con argumentos que buscaban herir a un adolescente, relacionados con su físico o con su vestimenta.
De igual manera, la doctora Beatriz también tuvo un profundo marcaje personal, con el que se buscaba ridiculizarla desde lo físico hasta lo político, y que con mucho acierto les ha cerrado la boca trabajando por la cultura, sin necesidad de título absurdos ni prebendas. Apenas ayer, organizaciones y medios anti4T publicaron una serie de videos en los que dos tipos disfrazados de periodistas, acosaban en la puerta de su casa, donde vive con su esposa y su hijo, a José Ramón López Beltrán, hijo mayor del presidente, quién les pide con mucho temple que no provoquen, y se vayan de la casa que renta.
No dejo de pensar que esos impresentables que hoy acosan a la familia del presidente en la puerta de su casa, no se hubieran atrevido a hacer lo mismo en otros sexenios, en los que el Estado Mayor y García Luna le destruían la vida a quién osaba romper la paz del titular del ejecutivo. Se lo hacen a López Obrador porque hasta ellos saben que es un hombre decente, y no un represor.
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