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Abraham Mendieta
El pasado viernes, y ante el berrinche panista de tomar la tribuna para intentar imponer a un compadre como consejero del INAI, la mayoría que el pueblo de México otorgó a Morena en las urnas por fin funcionó de manera plena. Tras una reunión vespertina con un López Obrador recargado y de regreso, acompañado por el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López , quién estuvo al frente del país durante su recuperación, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal: las senadoras y senadores de la coalición mayoritaria se organizaron para aprobar las reformas pendientes ante el intento de bloqueo de la
minoría opositora.
Se cumplió legalmente con el quorum, se realizó en tiempo y forma una convocatoria de sesión con sede alterna (Xicoténcatl, no Centro Banamex como ellos hacían para esconderse ilegalmente), y en unas cuantas horas, los legisladores ratificaron leyes fundamentales que ya habían sido discutidas y aprobadas por la Cámara de Diputados, y que se encontraban congeladas por el berrinche opositor en la Cámara de Senadores: violencia política de género, derecho humano al agua antes que a la explotación minera, derechos políticos plenos para los jóvenes mayores de edad, impulso a la ciencias y derecho pleno a la salud, entre otros muchos temas.
Una mayoría legítima, emanada democráticamente de las urnas por voto popular, y que contaba con los votos suficientes no podía estar secuestrada por aquellos que solo buscaban escándalo mediático sin trabajar, encadenándose a las sillas con candados de plástico, o robándose la campana del salón de sesiones.
Además de aprobar estas leyes, la mayoría logró evidenciar a una oposición floja que ni siquiera se molestó en ir a la sesión a mostrar su disconformidad con las reformas, o a votar en contra de ellas como se hubiera esperado: decidieron irse a dormir ante la certeza de que Morena y aliados contaban con los votos suficientes para la aprobación de las leyes. Se negaron a dar la batalla política, porque según ellos estaban
muy cansados tras 24 horas de una ridícula pijamada que todo el país pudo ver, y que continúa dañando la imagen pública de la oposición días después.
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