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Ana María Vázquez
En los años 90, descubrió que reían, que recordaban experiencias anteriores, que eran capaces de planificar, que intercambiaban bienes, que recordaban cuando otra les hacía un favor y que se negaban a presionar
un dispositivo que les daría alimento cuando advertían que le haría daño a otra. El impresionante estudio sobre las ratas y las emociones fue el legado del doctor Jaak Panksepp, al que se le llamó el padre de la
neurociencia afectiva.
Impacta fuertemente este estudio ante la ola de odio desatado en redes, voces disfrazadas de “comunicadores”, bots vestidos de “pueblo” que apretarían con gusto cualquier dispositivo que provocara algún dolor o hasta la muerte a otro ser humano, en este caso, al presidente. La miseria humana que genera estos “comentarios” ni siquiera puede equipararse al de una rata, cuya “humanidad” y empatía es visiblemente mayor al de algunos especímenes interesados más en el poder, el dinero, la estridencia y los insultos, que en los ya consabidos valores que nos hacen distinguirnos de “especies menores”; la mezquindad está en todo su esplendor, mostrando de qué están hechos.
La agresividad de las redes fue iniciada por la narrativa ambigua de diarios y “periodistas de nombre” alimentando el fuego para generar caos y avivar las más bajas emociones en algunos. La manipulación del radicalismo será objeto de estudio de algún científico que eventualmente tendrá que declarar a las ratas, mejores que algunos que se hacen llamar “personas”, ¿cuándo se darán cuenta que el odio no es el camino?
¿Cuándo aprenderán que la lucha de IDEAS, PROPUESTAS y PROYECTOS debe permear en la lucha social?
Para más dolor de los odiadores, el país permanece estable, el peso fortalecido y ni siquiera los medios extranjeros han dado importancia al COVID presidencial. ¿Cuándo se dará cuenta esa fracción odiadora de la manipulación?, ¿Hasta qué punto son capaces de llegar cuando le achacan a UN SOLO HOMBRE el que la primera leche que tomaran en su vida estuviera agria? Puedes o no estar de acuerdo con un gobierno, pero JAMÁS, deberías desear la muerte a otro ser humano, a menos, claro, que no seas ni siquiera una rata.
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