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Jorge Gómez Naredo
El domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció, vía redes sociales, que se había contagiado de Covid, y que se guardaría unos días. Indicó que, durante los días que estuviera ausente, las conferencias de prensa matutinas las encabezaría el titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López. Este anuncio, que es una confirmación oficial de que el presidente de México tenía Covid, sirvió para que la oposición desatara una cantidad de mentiras relacionadas con el estado de salud del mandatario.
Muchos “analistas” de la prensa comenzaron a difundir afirmaciones sin sustento e historias que eran completamente falsas. Dijeron que el presidente de México se había desvanecido, que había sido trasladado de
emergencia a la Ciudad de México y que no había buenas perspectivas.
Y no solo eso. Afirmaron que estaba en terapia intensiva, que había sido un ataque al corazón y que se debatía entre la vida y la muerta. Indicaron que había cientos de médicos intentando salvarle la vida, y que era prácticamente un hecho que el presidente no sobreviviría. Durante todo el domingo, analistas relacionadas con la derecha y militantes de la oposición mintieron sin ningún pudor. Su intención era presentar a un presidente débil, con una salud destrozada, y que en cualquier momento podía faltar.
No cabe duda que estos rumores fueron orquestados y se hizo una campaña que, en redes sociales, significó un considerable gasto. Todo para atacar de la forma más vil al presidente López Obrador. La oposición y sus voceros han escalado un peldaño más en la cuestión del odio hacia el Presidente. Y no tienen ninguna prudencia en sus ataques. Es una desesperación enfermiza, donde perdieron toda ética y toda decencia.
En esa impudicia quedaron la oposición y sus voceros. Estos últimos son quienes, todos los días, tienen la encomienda de decir que, con Andrés Manuel López Obrador, todo va mal. Lo bueno es que ya casi nadie les cree.
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