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Arreando al Elefante | Si te drogas te matas

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Ana María Vázquez 

¿Por qué te drogas?, le pregunté una vez -oh, yo la controlo- respondió evasivo ¿por qué te drogas?, insistí -¿va a empezar como mi mamá?, nunca me ha visto, la respeto, ¿no? Las respuestas son lugar común para los que preguntamos alguna vez a alguien ¿por qué te drogas? Víctor Frankl escribió: “cuando un hombre no puede encontrar un sentido profundo de significado, se distrae con el placer” es ese placer efímero, el olvidar la existencia el dolor interno o externo, el hambre, la miseria o la riqueza, las presiones sociales y miles de motivos que pueden llevar al ser humano a ese placer destructivo hasta que se convierte en adicción y a su vez, en un grillete del que poquísimos escapan.

¿Por qué estoy aquí? También se lo preguntó Frankl cuando fue prisionero en el campo de concentración alemán que fue su dolor y su máxima luz. Las adicciones se enquistan en el ser humano tan democráticamente como su triste consecuencia: la muerte, cuando la existencia misma se convierte en un sinsentido.

En el efímero afán de buscar “bienestar” el ser humano se encuentra con el espejismo de los placeres externos fomentados por el capitalismo, por “convivir”, por caber en un grupo social específico, por olvidar la propia dolorosa existencia.

La realidad es que todo apunta a la mirada exterior y no a la interior, todo apunta a que se debe tener fortaleza y sobresalir y ese todo, manejado por los grandes corporativos nos han dicho qué auto usar, qué bebidas consumir hasta convertirnos en propaganda de las marcas que se anuncian en cada prenda; se han cambiado los paseos por el parque por las plazas comerciales y los árboles solo serían útiles si tuvieran acceso a Internet. ¿Por qué te drogas?, era un niño de unos 9 o 10 años, con el cerebro casi hecho caldo por el cemento… al final me respondió, “para soñar que tengo un mundo mejor”.

Muchos años después supe de él, estaba en la cárcel, había consumido todo tipo de drogas y su cuerpo aun resistía, en prisión tenía piedra o cristal y su ilusión era probar el fentanilo para acabar a sus veintitantos “de una buena vez”. El mejor escudo es mirar tu luz interior y enamorarte de ella.

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