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Ana María Vázquez
Indignante por decir lo menos es la imagen que circula en redes del fotomontaje de la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana Rosa Icela Rodríguez, vestida con un uniforme de servicio y recibiendo palmadas en la cabeza por parte de dos ricas norteamericanas en aprobación a su “muchacha”.
El racismo y violencia mediática con el que algunas cuentas como la del “periodista” Alfredo Álvarez, columnista del Imparcial de Tijuana y que ha tratado de matizar con el comentario “Ahh que pesados!!!” (sic) omite sin embargo el hecho de que sin importar quién haya realizado el fotomontaje (al que llama meme), el hecho de replicarla en redes constituye un acto de resonancia del machismo, clasismo, misoginia de un
supuesto “comunicador” cuyos principios éticos por lo visto son totalmente nulos.
Más allá de que sea o no de su agrado este gobierno, la funcionaria merece respeto por la investidura que representa, respeto por ser mujer, respeto por ser mexicana. La poca parcialidad demostrada al subir
esa imagen a sus redes (que por cierto ya borró), muestra el tipo de periodismo que continuamente ha atacado a la presidencia, su cuenta muestra ironías al gobierno mezcladas con nota roja, ni un solo artículo fundamentado, ni una opinión con propósito constructivo, esa es la prensa que tenemos, la que se enquista en la desinformación y el escarnio.
La violencia digital expuesta por comunicadores como este y muchos otros debería ser ya sancionada al traicionar el respeto a la verdad, olvidándose de la credibilidad que debería tener su medio (quizá tampoco la tiene), es esta la prensa generadora de odio y de muchos sobres amarillos con los que, sin importar los principios y cobijados en la “libertad de expresión”, la mediocridad de algunos medios y de sus pobres escribientes que solo ven las carteras infladas o el número de risas que causan al degradar a una funcionaria, mujer y mexicana, solo está a la par de su pobre naturaleza aunque, como en el caso de Álvarez, quien
presume en Linkedin de sus 25 años de carrera y su título en derecho, solo sirvan, tal vez, como papel higiénico.
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