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Abraham Mendieta
Desde el inicio de la carrera política del hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador, la calumnia ha protagonizado la estrategia que sus adversarios han utilizado para intentar derrocarlo. Mentiras sobre el origen de su patrimonio familiar e infamias sobre su lucha pacífica en Tabasco, donde le inventaron hasta la quema de pozos petroleros, mientras era él quién sufría la represión cuando le abrieron la cabeza defendiendo los recursos naturales, fueron las primeras narrativas de odio en contra de un luchador social al que fortalecieron con sus ataques infundados.
Fue la tenacidad de López Obrador, unida a la fallida estrategia de la derecha, la que construyó una narrativa invencible que lo llevó a las dirigencias partidistas de la izquierda democrática, y mediante el voto
popular, a la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal.
Ni López Obrador, con toda su convicción y fuerza, hubiera podido solo: fue la calumnia en su contra fue el combustible que, aunado a su inquebrantable voluntad de recorrer el país, le permitió recolectar el cariño y la credibilidad de millones de mexicanos. Fue la mala fe de quienes lo desaforaron por construir una calle para conectar un hospital, la que lo terminó de forjar como un político de acero, que logró encontrar en el tiempo y en el pueblo, la plena legitimidad de sus aspiraciones políticas.
Desgraciadamente para sus opositores, y tras el triunfo incuestionable del Tabasqueño en la elección de 2018, la estrategia de sus adversarios no cambió: falsos ataques sobre sus familiares, mentiras cotidianas sobre su salud o patrimonio, toneladas de tinta sobre un supuesto autoritarismo que nunca se materializó, y por el contrario, miles de encuestas que refuerzan lo evidente en las calles: López Obrador es el Presidente más querido de la historia de la democracia mexicana.
El propio Presidente lo repite: “la calumnia no mancha, pero tizna”. Lo que sabe, pero no siempre dice, es que esa calumnia sistemática en su contra, es el escudo que le permitirá retirarse con la plena confianza de la mayoría de los mexicanos. Sí, la calumnia tizna, pero cuando se desmorona pavimenta con firmeza el camino de las mejores luchas.
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