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Sebastián Ramírez Mendoza
Ayer se publicó una encuesta en la que el 84% de las personas encuestadas están a favor de que se investigue al expresidente panista Felipe Calderón por sus vínculos con el narcotráfico, esto en el marco del proceso penal que enfrenta su exsecretario de seguridad, Genaro García Luna en Estados Unidos. Al colaborador calderonista se le acusa por tráfico de cocaína y delincuencia organizada.
A pesar de que los integrantes de Acción Nacional no se han deslindado de este personaje y han catalogado sus presuntos delitos de ser “cuentos chinos”, en el juicio han ya rendido testimonio una larga lista de integrantes del crimen organizado que aseguran que la instrucción del gobierno de Calderón era clara: proteger al Cártel de Sinaloa a como diera lugar, esto, por supuesto, con cantidades millonarias de por medio.
Es difícil pensar que exista un solo mexicano o mexicana que no haya padecido la violencia brutal a la que el régimen panista nos condenó como país, porque todo el dolor que le trajeron a millones de familias que
destruyeron con una guerra simulada es innegable, pero resulta aún más difícil pensar que todo este entramado de impunidad que existió entre la autoridad y el narcotráfico, sucedió sin que el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, lo supiera.
A nosotros, como ciudadanos, nos toca seguir de cerca este juicio que esclarece cada vez más cómo Acción Nacional entregó a México a un Cártel a costa de millones de vidas que se atrevieron a catalogar como
“daños colaterales”. Nos toca la exigencia de justicia, pero sobre todo la memoria.
