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mayo 04, 2024

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Momentos jocosos de boxeadores mexicanos

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Ricardo López y la fábrica de locos; José López cobraba tampaches de pesos; Víctor Rabanales compró el Popocatépetl, así algunos de los más destacados

Ernesto Castellanos Galván 

En el mundo del boxeo no todo es sangre, heridas, nocauts o peleas brutales. También hay situaciones que mueven al buen humor.

Ricardo López Nava, uno de los mejores pesos minimoscade la historia, y quien se retiró invicto, recordó en una ocasión que cuando era boxeador amateur un amigo le dijo que podía conseguirle un patrocinador de su carrera. Le dijo que era un empresario que apoyaba a diferentes deportistas, y Ricardo podría obtener un patrocinio si cuando peleaba luciera en su bata el nombre de la empresa del patrocinador, y otro anuncio en el calzoncillo de pelea.

Ricardo recuerda que acompañó a su amigo, un tipo alto, corpulento a visitar al empresario mencionado. “Llegamos a las oficinas de esa empresa, yo iba detrás de mi amigo, entramos a la oficina del señor ese, que estaba sentado en su silla en su escritorio, yo con mis 50 kilos ni me veía detrás de mi cuate. Él le dijo al empresario: “Mira, tengo un deportista que seguro va a ser una gran figura. Está bien que lo patrocines”.  Aquel hombre preguntó entonces: “¿Es futbolista, nadador, tenista o beisbolista?”, a lo que aquel amigo le respondió: “No, ¡es boxeador!”.

El empresario no veía a Ricardo detrás de aquel corpulento amigo, y le respondió muy airado: “¿Boxeador?, ¡No!, Eso del boxeo no me gusta, ¡es una fábrica de locos, andan hablando solos!, trae deportistas de todos, ¡menos boxeadores!”. Ricardo le tocó la espalda a su cuate y le dijo en voz baja: “Mejor vámonos”.

De Ricardo, diremos que nos sorprendió porque se ha vuelto un gran motivador. Asistimos a una de sus conferencias en la Universidad Anáhuac, y nos maravilló. Ofreció una conferencia a alumnos y profesores, y durante dos horas nos cautivó. Es un autodidacta. Se ha cultivado, durante la conferencia habló de pasajes de libros de grandes escritores, citó sucesos históricos de México y del mundo, cosas de su vida, todo salpicado con muy buen humor.

MEJOR EN PESOS

El extinto manager Arturo Cuyo Hernández siempre recordaba al Toluco López, uno de los máximos ídolos del boxeo mexicano de todos los tiempos. Una de las cosas de José López que destacaba el Cuyo, era que cuando peleaba en Estados Unidos, rechazaba que se le pagara en dólares. Prefería que los dólares se cambiaran por pesos, y feliz se iba con tambaches de dinero mexicano. No le gustaba cobrar en dinero norteamericano, por ser menos billetes.

LE VENDIERON EL POPO

Uno de los sucesos más comentados del boxeo fue aquel episodio en el que tres vivales “Le vendieron el Popocatépetl” al ex campeón mundial gallo Víctor Rabanales. Rabanales venía de pelear en Oriente, y con unos 40 mil dólares pagados por ese encuentro. Poco después de su retorno de Oriente, Rabanales recibió en el gimnasio la visita de tres señores elegantemente vestidos. Le propusieron comprar un terreno situado a los pies del Popocatépetl, que incluía el volcán. Marearon a Víctor, él se entusiasmó, y les entregó los 40 mil dólares. Se firmaron contratos que eran por supuesto falsos, y aquellos pillos huyeron con el dinero. Rabanales les comentó a algunos allegados de su “gran compra”, los cuales le hicieron ver que lo habían engañado y robado. Los documentos firmados no valían ni el papel en que estaban asentados.

CONFUNDIÓ INTROVERTIDO CON HOMOSEXUAL

Rubén Olivares lo tomó con calma lo que le sucedió cuando era peleador preliminarista. Fue a combatir a provincia, y su nombre ya sonaba. Estaba en su vestidor alistándose para combatir, cuando tocaron la puerta dos norteños grandotes, y fornidos, con cerveza en mano. Y al ver a Rubén uno le dijo al otro: “¿Y para esto me hiciste venir?, ¿Esta chingaderita es Olivares?”, dieron media vuelta y se largaron.

En una junta de la Comisión de Boxeo capitalina se presentó un manager ante el presidente Luis Spota para denunciar que no estaba conforme con otro manejador, porque lo habíainsultado. Se le preguntó: “¿Qué te dijo?”, a lo que el denunciante respondió: “Protesto porque a mí no me gustan los hombres, de eso me insultó este señor”. “¿Como te dijo?'”, preguntó el famoso escritor, y la respuesta fue: “Es que me ofendió al decir que yo era muy introvertido!”. Spota le aclaró que introvertido no es ser homosexual.

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