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Abraham Mendieta
Estos primeros días de enero amanecen distintos para muchas y muchos mexicanos: a partir del primer de este año, el salario mínimo subió un 20%, la pensión para adultos mayores, un 25%, los trabajadores tienen el doble de vacaciones pagadas que el pasado año y hay más personas trabajando en la formalidad que nunca, con derechos sociales y laborales para los que entregan su esfuerzo a levantar un país.
México es una de las economía más grandes y fuertes del mundo, sin embargo, la desigualdad y la pobreza a la que durante décadas fueron condenados los sectores populares, deslucieron al G20 con mayor potencial de toda la región latinoamericana, una batalla fundamental para la Cuarta Transformación, que fue obstaculizada sin duda por una pandemia que no logró destruir estos objetivos, pero que los ralentizó.
Viene un buen año para México: hay previsiones de crecimiento económico nada desdeñables, de disminución de una inflación que se logró controlar, de fortalecimiento de la soberanía energética y alimentaria, de conclusión de las grandes obras pendientes para el desarrollo del país, y de recuperación del poder adquisitivo para las mayorías sociales.
Además, México también despierta con un nuevo aliado regional fundamental, tras la toma de protesta de Lula Ignacio da Silva como presidente de Brasil, y la huida a Estados Unidos del expresidente violento y arrogante Jair Bolsonaro.
Hoy por primera vez, los 3 países del G20
en Latinoamérica (Argentina, México y Brasil), están claramente alineados a la izquierda, y con una visión común de soberanía y justicia social.
No cabe duda que faltan muchos retos para consolidar las transformaciones sociales, pero vienen buenos tiempos para América Latina: buenos tiempos para México.
