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Salvador Guerrero Chiprés
Algo de los tres mandatos cívicos acerca de no robar, no mentir y no traicionar les hace y hará fata a Jorge Romero y a los integrantes de su grupo político más cercano. Y no es que sean Morena o el gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum o la fiscalía que lidera Ernestina Godoy los primeros en señalar las irregularidades en la alcaldía Benito Juárez.
Ciertamente, son quienes con más voluntad, detalle, fuerza, evidencia e inteligencia policial, investigativa y jurídica de apoyo, han proyectado y contextualizado una situación que involucra a otros grupos y personajes de la mayor red de corruptelas inmobiliarias de que se tenga memoria en la CDMX.
Un problema de ese grupo político es que integrantes del acérrimo equipo adversario liderado por Margarita Zavala, la única panista abiertamente enemistada con ellos que figura en las encuestas para competir en la capital del país, han mostrado disposición para hablar de semejantes temas.
Fue Felipe Calderón, especialmente después de los comentarios de uno de sus sobrinos respecto de Romero, quien hace casi 10 años señaló prácticas que el legislador panista desea ignorar de él mismo y de su equipo político con el cual trabaja.
Supuestamente, no pueden demostrar la relación que tiene Romero y el hecho individual de los incidentes por lo cuales, está detenido Luis Vizcaino Carmona, amparado Nicias Aridjis Vázquez, y con una alerta de Interpol el legislador panista, Christian Von Roehrich.
Calderón, Zavala y un grupo de más jóvenes que Romero, son fuente de información relevante. Están en condiciones de colaborar.
“No traicionar” puede pasar de ser un mandato cívico de Morena, a una silenciosa o secreta petición a expanistas y panistas para no hundir más el barco de Romero y con él, el de su grupo y la alianza a su alrededor.
