Visitas
Un fuerte incendio cubrió el negocio de un vendedor de papas, quien quedó atrapado y murió en el siniestro.
Redacción Grupo Cantón.
Como todos los días, Rafael “N” (nombre ficticio utilizado para salvaguardar la integridad de la víctima), se levantaba temprano y, luego de desayunar, se dirigía muy contento a la Central de Abastos para comprar sus costales de papas.
Había días que sus patrones le compraban la materia prima y se la llevaban hasta el pequeño carrito donde Fernando trabajaba, en cual se encontraba dentro de un cajón de estacionamiento ubicado sobre Periférico y avenida del Rosal, en la colonia Los Ángeles, alcaldía Iztapalapa. Pero cuando le tocaba ir a la Ceda, caminaba entre los pasillos y verificaba puesto por puesto los costos del costal de papas, y cuando encontraba el de mejor calidad y más económico, era el que compraba.
PUESTO DE PAPAS
Cuando llegaba la tarde, Rafael verificaba que las instalaciones de gas estuvieran bien conectadas y, mientras vaciaba el costal de papas, lavaba bien una por una. Varios vecinos y clientes pasaban y lo saludaban, “¿Buenas Tardes, Rafa?,¿Ya están las Sabritas?, le preguntaban, y aquel joven de 25 años levantaba la mano y saludaba gustoso. Pero aquella tarde, nadie imaginó lo que iba a pasar ni que sería la última tarde que lo verían sonriente, motivado y con la motivación de vender y entregar su cuenta diaria.
MUERTE
Por la tarde-noche, Rafael había vendido bien, sin embargo, ya cuando recogía y limpiaba para cerrar el pequeño negocio no se percató que la manguera del gas se había desconectado y, por la rapidez y el cansancio de ya querer irse a descansar, no se dio cuenta que el gas se estaba saliendo.
Cada segundo que pasaba, el espacio se iba convirtiendo en una bomba de tiempo, hasta que un chispazo encendió todo el lugar “¡Ayuda, ayuda!”, gritaban los vecinos desesperados, mientras las grandes llamas se apoderaban de todo el espacio. “¡Auxilio!” Ayúdenme, por favor” se escuchaba gritar con desesperación al joven, quien corría de un lado al otro dentro del cajón de estacionamiento, por el dolor que el fuego le estaba causando a su cuerpo.
Desafortunadamente, dentro de las rejas se encontraba un carro y una motocicleta por lo que ambos objetos terminaron prendidos y explotando. “¡Ayuda, por favor!”, grito por última vez, mientras los vecinos sacaban cubetas de agua y las aventaban para tratar de exterminar el fuego. Minutos después arribaron al lugar de los hechos elementos del Heroico Cuerpo de Bomberos, quienes trataron de salvar al joven. “¡Resiste!”, gritaron, pero el joven ya estaba calcinado. Minutos después lograron apagar el siniestro mientras que, en la banqueta, familiares del joven lloraban desesperados “¡No puede ser!, ¿Por qué Dios mío?”, gritaban con lágrimas en los ojos.
Te puede Interesar.