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Ricardo Sevilla
Los anticuatroteístas están furiosos. Y es que, por más que atacan al gobierno de López Obrador, sus embestidas no surten efecto. El pueblo sigue respaldando al primer mandatario. Si López Obrador busca la soberanía energética, los voceros del neoliberalismo se oponen. Si el Gobierno Federal impulsa programas sociales para beneficiar a los que menos tienen, los conservadores carraspean y hacen muecas de enfado.
Cualquier tema que proponga López Obrador es refutado por la derecha. Y ahora le tocó a la Propuesta de paz que AMLO dijo que enviará, vía Marcelo Ebrard,a la ONU con el fin de que haya paz entre Rusia y Ucrania.
Algo que cualquier persona sensata calificaría de excelente propuesta, resulta que ha enfadado a los voceros del corporativismo. Y es que ellos, que nunca han tenido la más mínima visión humanista, quisieran que esas dos naciones siguieran enfrentadas de manera violenta.
Nosotros pensaríamos que los conservadores entienden que los todos los efectos de una guerra son nocivos. Pero si lo entienden, les importa un rábano.
¿Por qué les parece una locura la propuesta pacificadora de López Obrador? Porque están resentidos. Resienten no recibir contratos leoninos a costa del pueblo de México. Y eso hace que se pronuncien en contra de todo lo que AMLO propone. Les gana la animadversión en contra
de este presidente que ha exhibido sus corruptelas.
“¿Y qué ganaría México con que se detuvieran las hostilidades entre Rusia y Ucrania?”, preguntan los tarados. ¡Mucho!, les respondemos. Empezando porque la lacra de la guerra no sólo se sufre
y se padece en el propio país donde se desarrolla el conflicto, también ocasionan un desequilibrio internacional que afecta a los países limítrofes y a aquellos que tienen una balanza comercial con los países víctimas de una guerra.
