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Salvador Guerrero Chiprés
Fallaron los que hicieron vaticinios funestos. La reunión entre el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, estuvo muy lejos del escenario catastrofista anticipado por los adversarios del presidente. Por el contrario, hubo acuerdos y avances.
La globalización es en todos los sentidos. Las fronteras definen territorios geográficos, pero el desarrollo económico, político y humano demanda ampliación y diversificación de relaciones.
Estados Unidos ya invitó a México a participar en el nuevo paquete de inversión en electromovilidad y semicondutores, para que la cadena de suministro de vehículos se concentre en Norteamérica. En el comercio exterior, ahora podemos ver con claridad prácticas que permiten optimizar esas cadenas de suministro, como el nearshoring, que posibilita a una empresa transferir parte de su producción a terceros ubicados en otros países. México está estratégicamente posicionado.
A 212 años de la independencia, lo más nacional es ser internacional desde la innovación y comprensión de dinámicas que aprovechan lo mejor de lo digital y material. Inversiones como estas llevan la atención a una lógica de seguridad que dé certeza en el proceso de pacificación, basado en instituciones confiables y sólidas.
La presencia de la Guardia Nacional en acciones colaborativas con gobiernos estatales —la esencia de su transferencia a Sedena— es central en este aspecto. La Ciudad de México ha sido un ejemplo donde la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha defendido e impulsado la coordinación entre autoridades civiles y militares en beneficio de la ciudadanía. Otra expresión de nacionalismo con apertura y dimensión innovadora.
