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Ana María Vázquez
Hecho real tal como lo contó la víctima y el cual reproduzco con su autorización. El contexto fue la mal llamada Reforma Educativa de Peña Nieto. En ese entonces la movilización magisterial estaba en su apogeo.
Yo me encontraba en Oaxaca, en ese entonces era asesor de la Cámara de Diputados y me comisionaron para platicar con una candidata municipal del PRD (todavía no existía Morena). Platiqué con la candidata y llegaron maestros de la Sección 22 también a platicar.
Al salir de la reunión, nos levantó la Policía Federal… y empezó el calvario. Estaba desmayado a los pies de un MP, abrí los ojos y escuché la voz de Murillo Karam: “A esos de la izquierda hay que tratarlos peor que delincuentes. Y a este, hay que empapelarlo (inventar delitos), aunque grite”.
Ahí me tuvo bajo tortura por cinco días Murillo Karam, tirado, hincado, inconsciente, amarrado de pies y manos. Ahí estaba su mirada, su risa. Me dijo “¡Empelótenlo!” (fabricar culpable). Ahí estaba Gualberto Ramírez Gutiérrez, el que fabricaba los secuestros.
Fue un infierno la tortura en la SEIDO de Murillo Karam, me moría y vivía al mismo tiempo.
Los gritos, las patadas y golpes en el baño, las amenazas, el “tratamiento científico” dirían los MPs. La tortura no acabó ahí, siguió en Puente Grande… David Vargas Araujo permaneció 5 años y 7 meses en Puente Grande Jalisco, penal de máxima seguridad. ¿Su delito? Ninguno, sin embargo, permaneció recluido desde el 2013 hasta el 2018.
Con la consigna de callar voces a toda costa, sin importar si mataban a 43 inocentes o fabricaban culpables como en el caso de David, los gobiernos anteriores se han dado vuelo con el pueblo, para que no grite, no hable o no esté en los lugares que podrían ser blanco de focos rojos, como el magisterio entonces.
David Vargas Araujo fue uno de los que aún pueden decirle a la cara a gente como Murillo Karam: “Usted fue, usted sí es culpable, ahora púdrase”, pero este gobierno no lo torturará ni le abricará delitos como a él se los fabricaron, Karam no dudará de su cordura ni temerá por su vida como David. Hasta en eso, los hay que tienen suerte.
