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Ricardo Sevilla
López Obrador se ha impuesto encabezar una enorme misión pedagógica. Si partimos de que la pedagogía se nutre de conocimientos variados y multidisciplinarios que provienen de la sociología, la historia, la antropología, la filosofía, la psicología y la política, notaremos que, desde hace cuatro años, López Obrador se ha desempeñado como una suerte de presidente pedagogo.
Y es que, todas las mañanas, además de informarle al pueblo sobre los trabajos que realiza su gobierno, AMLO imparte clases de sociología, periodismo, literatura, historia y, claro, de política.
Y es que, contra lo que muchos creen, política y educación están íntimamente ligadas. De ahí que personajes como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, longevos caudillos culturales que se aferran a su mandarinato intelectual, tengan secuestrados periódicos, revistas, cadenas de radio y de televisión comerciales.
De ahí la enorme importancia que cumple este presidente educador que, con una enorme formación intelectual, se ha encargado de enseñar e instruir a las nuevas generaciones, paseándose por la obra de Lev Tolstoi, Stefan Zweig, Ignacio Ramírez, Ricardo Flores Magón, Justo Sierra e Ignacio Manuel Altamirano.
Y justo por eso, no nos queda más remedio que decir, con Stefan Zweig, estamos viviendo “momentos estelares” o, con AMLO: “estamos viviendo tiempos pedagógicos”.
