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Salvador Guerrero Chiprés
En la CDMX se vive ahora una serie de correlaciones plenas sin precedentes: la de la ciudadanía con las instituciones, la de los datos duros con la percepción y la de los derechos con la justicia.
En su conjunto, esos acercamientos impulsados en los últimos tres años permiten modelar una transformación histórica que coloca a las y los ciudadanos en el centro de atención de las políticas públicas, pero que también revela una participación que activa los mecanismos de seguridad y justicia.
La alineación entre incidencia delictiva a la baja —cerca del 60% en tres años— y la mejora de la percepción de seguridad —20 puntos porcentuales en el mismo periodo— es resultado del fortalecimiento de la
cultura de la denuncia ciudadana y de las estrategias sociales y de seguridad desde la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Una correlación plena en el acceso a la justicia manifestada también en la justicia restaurativa priorizada con las víctimas del accidente de hace un año en la Línea 12. O —con las debidas dimensiones de ambos
casos— la denuncia oportuna en redes sociales que permitió la detención de un hombre que agredió a una persona en un restaurante de la colonia Roma.
El diálogo entre ciudadanía e instituciones permite acercar y ampliar los canales de atención, más allá de intereses particulares, y fortalece la inclusión de diversas voces.
El acercamiento para la promoción de la cultura cívica, entre el Consejo Ciudadano y el Congreso de la CDMX —a partir de la promoción de legisladores como el presidente de la Mesa Directiva, Héctor Díaz Polanco, Miriam Valeria Cruz López o Mónica Fernández César— revela un escenario más de ese diálogo sin precedentes.
