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Ana María Vázquez
Muchos recordaremos el sexenio del presidente Obrador como uno de los más transformadores de la historia, promesas que se cumplen, proyectos de crecimiento en el sureste, trenes, corredores transístmicos, cero deudas y más. Ahora, otras dos reformas pasarán a discusión. Una auténtica revolución sin sangre.
La reforma Electoral y la de Partidos Políticos por las cuales se recortarán los suntuosos gastos en ambos sentidos así como las elecciones a modo, entre otras cosas. Últimamente el INE sintiéndose censor del pueblo, ha tratado de frenar el reclamo de “traidores a la patria”, hecho desde el pueblo y, coartando las libertades constitucionales culpa a Morena exigiéndole parar la campaña y bajar su “campaña de linchamiento”.
Se pretende que, además de reducir dramáticamente los gastos del INE, se presenten a elección popular y no por dedazo de hasta nueve años (más que un período presidencial),
como hasta ahora se había hecho, tanto de Consejeros como de Magistrados electorales.
Un Instituto Nacional Electoral (INE) de lujo en un país empobrecido es incongruente, un INE con poderes de Ejecutivo es incongruente, la última amenaza fue nulificar la elección de la Revocación de Mandato. Lo que sería el borrar de un plumazo el precedente de participación ciudadana que se ha logrado hasta hoy, quitaría la jurisprudencia establecida mediante el voto ciudadano y nos dejaría de nuevo sin voz para poder evaluar, a mitad de sexenio, el desempeño del presidente. Se ha dicho ya pero lo repetiré: la Revocación de Mandato no es un show, sino el logro de poder quitar y poner a quien se venda, traicione y defraude al país, dejando sus recursos en manos extranjeras, creando guerras sangrientas, regalando nuestros recursos a extranjeros.
Eso es lo que el INE pretende echar abajo. ¿tú los apoyarías?, yo no. Por ello, se pretende la desaparición del INE y la creación del INEC: Instituto Nacional de Elecciones y Consultas.
