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Ana María Vázquez
Vuelvo a escuchar los acordes triunfalistas de su música, pero no puedo distinguir de qué lado vienen, Rusia habla de desnazificación mientras ataca a Ucrania.
La ONU anuncia que la Tercera Guerra Mundial ha iniciado. Y Wagner sigue sonando entre trompetas y misiles. ¿Quiénes son los salvadores del mundo?, ¿quiénes los destructores? Músico de todos los tiempos, de todas las batallas, Wagner vuelve a hacerse presente, como Ariel (Ariel, el “León de Dios, pero también un demonio), inmortal que predice lo que vendrá. Porque sabemos lo que sigue, mientras, Wagner sigue dirigiendo la orquesta bélica.
Funesto destino de un autor que nunca imaginó acompasar a los soldados, triste posteridad. En esta “nueva guerra”, Wagner suena suave en su preludio, ¿qué vendrá después? Seguirá el “andante” del músico y las tropas avanzarán hacia su objetivo. “Allegro”, después de los drones y las armas químicas. Soldados de un bando y otro se enfrentan.
Alguien saldrá triunfante, supongo. Wagner lo afirma en su último movimiento. “Allegro molto e vivace” alguien, en algún momento, tomará una decisión equivocada, ¿o ya lo ha hecho? Mi disco está rallado, el acetato, se cansó de tanta guerra. Por cada guerra, un rayón y el pobre disco se repite muchas veces en el mismo movimiento.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, fecha en que se acuñó la palabra genocidio, mi acetato se ha reproducido más de 44 veces; guerras mayores y menores se han sucedido; tal vez motivada por Wagner, recuerdo la escena de Chaplin en “El gran dictador”: el hombre enloquecido de poder, jugando con el mundo.
De nuevo, la tierra se cubre de sangre inocente, de nuevo, mi viejo y rallado disco, se queda repitiendo un compás, el mismo siempre: acordes triunfalistas de un allegro interminable. Wagner quedará repitiéndose ad infinitum, hasta que a alguien se le ocurra apretar el botón rojo.
