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Ana María Vazquéz 
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Voces

Disonancias | El poder enloquece

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Ana María Vázquez

Se dice, que una de las cosas más difíciles de manejar para el ser humano es el poder, ese que te vuelve invulnerable y que hace a
los demás responder a modo “la que usted diga” cuando se pregunta ¿Qué hora es?, sin embargo, lo peor, creo yo, es manejar
la pérdida de poder, y el ejemplo es claro cuando alguien lo ha perdido y hasta es despreciado por el manejo del mismo que,
ciego y sordo, se atreve a repetir como “glorias”, fragmentos de historia que fueron de muerte y destrucción.

Quizá los has visto con el mismo estupor que yo lo veo, un Felipe Calderón arrastrando las palabras, que no deja de vanagloriarse de lo que solo había sucedido en su mente, el sexenio del horror y destrucción, se convirtió, para él y solo para
él, en el del mayor logro y prosperidad en la historia de nuestro país. Si, eso afirma entre copas, ¡recuerdas?

Quizá, como yo, también tuviste el impulso de saltar a la pantalla y gritarle, o quizá te reíste, juzgando al exmandatario por la cantidad de alcohol que seguramente había ingerido.

Lo recuerdo en su último viaje público a España, ahí, plantado en el templete de la convención del PP (Partido
Popular), al lado de Aznar (otro que le debe una explicación al pueblo español por la masacre de españoles en Irak); Calderón se
llenaba la boca relatando lo que solo sucedió en su cabeza, ahí, donde se ve como un
moderno “Julio César”.

Perdido el poder y despreciado. Sí, ése de los “daños colaterales” dice fuera de México lo que no puede decir aquí, ese discurso del
“Yo soy” que nadie cree y que, fuera del país y con sus iguales, es más bien tolerado.

“Allá si puede mentir”, aunque tampoco puede engañar ya que la historia constata su fallido gobierno y prueba la falsedad de sus dichos.

Van estas palabras, para que no olvides el nombre de uno de los que destruyeron al México que hoy intentamos reconstruir.

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