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Salvador Guerrero Chiprés
Erradicar la violencia feminicida implica, también, ubicar que el riesgo en la enorme mayoría de los casos habita en el espacio privado y los perpetradores tienen una relación afectiva o familiar con las víctimas. Si algo positivo ha dejado la pandemia, es el fortalecimiento de la capacidad ciudadana para visibilizar y reportar las violencias que se acentuaron durante la contingencia sanitaria, principalmente la familiar.
De las más de 8 mil 500 atenciones por violencia familiar brindadas desde el Consejo Ciudadano entre 2020 y 2022, en 9 de cada 10 casos el agresor tiene o tuvo relación sentimental con la víctima o algún vínculo consanguíneo. Además, en uno de cada cuatro reportes se detectó riesgo feminicida.
Los datos de la Fiscalía General de Justicia, que ahora existen sin maquillaje y con perspectiva de género, también permiten afirmar que la amenaza está más cerca de lo que se creía. La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, encabeza una estrategia centrada en dos ejes: cero impunidad en cada caso y acompañamiento institucional para asegurar que las niñas y mujeres no están solas.
Desde la Secretaría de las Mujeres, con Ingrid Gómez, hay opciones de fortalecimiento emocional y económico para que quienes se encuentran en riesgo suicida puedan salvarse y rehacer una vida plena. Castigar la violencia feminicida es responsabilidad de las autoridades; visibilizar que el agresor está en el hogar o en la confianza de las víctimas, en la mayoría de los casos, es tarea que se puede y debe compartir desde la ciudadanía.
