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MÉXICO.- El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pidió perdón a las víctimas de la “catástrofe” provocada por la Conquista española. Esto, durante su discurso en el evento de conmemoración de 500 años de Resistencia Indígena.
“Ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y del resto del territorio de la actual República mexicana”, expresó.
No se justifican las matanzas
El mandatario consideró “ofensivo y ocioso” volver a la polémica de que los mesoamericanos, particularmente los mexicas, eran “bárbaros” porque “comían carne humana”.
Si bien reconoció que algunos pueblos originarios ayudaron a Cortés a tomar Tenochtitlan, afirmó que esto no debe “justificar las matanzas llevadas a cabo por los conquistadores ni resta importancia a la riqueza cultural de los vencidos”.
Pese a las matanzas y esclavitud de los conquistados, López Obrador dijo que no “debe verse a Cortés como un demonio”, pues “era simplemente un hombre de poder, un militar con valor, aplomo, un militar desalmado”. “Hábilmente aprovechó las divisiones y las debilidades de los mexicas para imponerse con discursos, argucias, terror y violencia, hasta conseguir apoderarse del anhelado tesoro en oro y plata de Tenochtitlan”, recordó.
Sin embargo, aseveró que “no hay justificación alguna, ante tan terrible desgracia” de la conquista, que trajo consigo “tantas muertes, tanto pueblo arrasado, saqueado y quemado; tantas mujeres violadas, tantas atrocidades ordenadas por el mismo Cortés”.
“En suma, la Conquista y la colonización son signos de atraso, no de civilización, menos de justicia”, precisó. “La llamada Conquista es que nada justifica imponer por la fuerza a otras naciones o culturas, un modelo político, económico, social o religioso en aras del bien de los conquistados o con la excusa de la civilización”, agregó.
El daño de las conquistas y guerras
El presidente aseveró que “las conquistas, las invasiones, las guerras, siempre serán un riesgo para la humanidad” pues “traen consigo afectaciones culturales, sociales y daños colaterales”.
Concluyó en “el compromiso de la no repetición, de no repetir los mismos errores y horrores”. Pidió poner fin “a esos anacronismos, a esas atrocidades” y decir “nunca más una invasión, una ocupación o una conquista aunque se emprenda en nombre de la fe, de la paz, de la civilización, de la democracia, de la libertad o, más grotesco aún, en nombre de los derechos humanos”.
“Que desaparezca de la faz de la tierra la ambición, la esclavitud, la opresión, el racismo, el clasismo y la discriminación, y que solo reine e impere la justicia, la igualdad, la paz y la fraternidad universal”, finalizó.
