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Diez meses han pasado desde que llegó la nueva administración a la Ciudad de México; periodo donde lo único que parecía tener en orden, era el gabinete.
Pero la renuncia de Jesús Orta, a la SSC -quien se había comprometido a renunciar si en un año no bajaban las cifras de delitos dolosos-, precipitó las cosas. Y es que varias Alcaldías han sido rebasadas por la inseguridad, incluso, el último informe del INEGI sobre prevalencia delictiva, coloca a la capital como la entidad con el mayor índice.
Jesús Orta se dio por vencido después de tres conflictos importantes en un periodo corto de tiempo; las marchas del 26 y 28 de septiembre, además de la del 2 de octubre, pero quizás en mayor parte, tras darse cuenta de su ineficacia, que hacía imposible el cumplimiento de estándares mínimos de seguridad pública.
Según cuenta la leyenda, la llegada a la SSC de Omar García Harfuch, quien se desempeñaba como titular de la Policía de Investigación local, es la respuesta a un grito desesperado de ayuda por parte de los ciudadanos, ya que el nuevo secretario cuenta con acreditaciones de la Administración de Control de Drogas, del FBI y hasta de la Universidad de Harvard.
Sin duda, el tema de la seguridad es uno de los grandes pendientes; en este momento, la gravedad de la situación requiere gran capacidad, compromiso y una nueva estrategia que reconstruya las cosas en la capital.
Mientras haya falta de compromiso real con el tema y sigamos teniendo un cuerpo policiaco corrupto y desmotivado, de nada servirá que tengamos al frente de nuestras instituciones a personajes con perfiles tan prometedores como el del nuevo Secretario de Seguridad Ciudadana.