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A las alcaldesas, alcaldes y congresistas capitalinos se les ha visto sufrir los síntomas del reclamo ciudadano por la inseguridad, de cara a la aprobación en el Congreso de la Ciudad de México de la Ley de Seguridad Ciudadana que envió la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Además, la Ciudad estrenó esta semana mil 855 patrullas que servirán principalmente para tener dos en cada cuadrante y de esta forma una vigilancia al menos básica o suficiente, pues en la actualidad solo circula el 35% de las unidades policiacas.
Estos son claros síntomas de los que deseamos -en serio- estén contagiados los políticos. El virus que ha contaminado nuestras calles con robos, extorsiones, feminicidios, secuestros, parece haber alcanzado en esta 4T a la clase política capitalina.
Incluso la oposición (el PAN) se atrevió a proponer cadena perpetua para criminales reincidentes. Ayer, los alcaldes de seis demarcaciones firmaron un convenio de coordinación interinstitucional, con el mismo fin: apoyarse, intercambiar datos de inteligencia y compartir acciones para disminuir las cifras rojas que parecen no ceder en la capital. Es decir: la fiebre de inseguridad sigue siendo el gran mal en la Ciudad.