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–Sí, debo reconocerlo, el PRI está muy desprestigiado. Es imposible negarlo; pero no sólo el PRI, ¿eh?
Hace tres años, casi sin percatarse de sus propias palabras, Enrique Jackson Ramírez, exprecandidato a la Presidencia de la República y uno de los priístas con más larga trayectoria legislativa –fue presidente de la Mesa Directiva en el Senado entre 2005 y 2006, además de coordinador de su bancada en la Cámara de Senadores–, debió hacer las labores de periodista crítico ante algunas preguntas incisivas y luego de repasar la agenda del Congreso para los años por venir; como le dice parecía en funciones de periodista y no de político, en nuestro tradicional desayuno de los viernes coordinado por Silvestre Fernández Barajas –toda una institución para promover el debate nacional y con entorno plural de verdad, condición que le da un aire de indiscutible singularidad–, al relatar los debes pero no las acciones tomadas por su partido y los demás en el seno del Poder Legislativo.
Por ejemplo, durante varios minutos se refirió a los tráficos de drogas, de armas, de personas, como punzantes anomalías de un México hondamente herido que dijo estaban en “la mesa” de discusiones con escaso avance –esto lo expresó este columnista–, sin precisar algunas de las reales causas de los mismos en un país minado altamente por la negligencia del gobierno e incluso, como refirió mi amigo Lorenzo Silva Chacón, por el andar hacia un estado fallido. No es poca cosa. Pretendimos ser puntuales al respecto:
1.- En cuanto a las exportaciones de drogas hacia el mercado de consumo más grande del mundo, optó por evitar tocar a la clase política infiltrada acaso encabezada por dos priístas muy “distinguidos”: el presidente del partido, Manlio Fabio Beltrones Rivera, y el ahora senador Emilio Gamboa Patrón, enclave desde los ya lejanos tiempos de miguel de la madrid hurtado –rey y fundador de la cofradía de la “mano caída”–, y uno de los más favorecidos por ello.
El señor Gamboa no se cansa de saltar de una Cámara a otro luego de construir un currículo exprés bajo la férula del nefasto carlos salinas: fue director de la Lotería Nacional, del Infonavit, del Fonatur, del IMSS y, finamente, secretario de Comunicaciones y Transportes sin animarse, por miedo al cacicazgo del sureste, a lanzarse a la conquista de la gubernatura de Yucatán. ¡Suerte de los peninsulares quienes, sin embargo, han visto transformada a nuestra Mérida adorada en reducto de las familias prominentes de los “capos”; por eso la plaza, dicen, está fría en términos de violencia; pero arde, como toda la República, ante los mandatarios(as) coludidos y despreciables por ladrones e incluso asesinos. Como en todas partes.
2.- Respecto al contrabando de armas, pregunté a Jackson, si tanto era el interés por descubrir el fondo de la cuestión y a cuantos lo prohíjan, ¿por qué, entonces, no se indagaba a principal beneficiario del mismo, el lagunero Jaime Camil Garza, amigo y cómplice de salinas, zedillo, fox, calderón y peña? Si por aquí pasan los pertrechos destinados a la guerra en Asia y a las permanentes masacres en África, alguna razón debe existir para ello: acaso las “buenas” relaciones con España en donde, a cambio de la expansión de sus consorcios sobre nuestro territorio –sobre todo en los renglones financieros y de comunicaciones–, transitan sin problema los instrumentos para matar que han causado algunos de los grandes estragos, incluso el terrorismo que disparó a París como una ciudad altamente insegura.