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El primer gran drama del gobierno en curso se dio apenas hace diez días, cerca de Tula, precisamente en Tlahuelilpan, uno de tantos municipios que nos resulta difícil pronunciar porque la mayor parte de los mexicanos ni siquiera había escuchado nombrarlos, lo mismo que Tanhuato o Ayotiznapa, célebres ahora por los dramas, la barbarie, la represión y la negligencia obtusa de los gobiernos de ayer y hoy. Cuando nos damos cuenta observamos un reguero de cadáveres o tumbas cerradas como donde se encuentran los sesenta y cinco mineros de Pasta de Conchos, Coahuila, desde 2005.
Las condiciones y circunstancias han sido distintas; no se pueden comparar con las matanzas de Tlatelolco, el Jueves de Corpus de 1971 o la de Tlatlaya, en el Estado de México, ligadas al ejército o a la marina o ambas instituciones destinadas a la defensa de la soberanía nacional y no a la persecución de civiles y bandas delincuenciales; que sepamos no se han ampliado aún las funciones de estas instituciones por lo que deberían dar cuenta de sus excesos y los de sus comandantes supremos que les dieron el visto bueno; me refiero, claro, a los expresidentes de México tan descerebrados que se atreven a cuestionar a la administración actual con las colas encogidas para que no se las pisoteen. Miserables.
Lo sucedido en Hidalgo, que continúo en Querétaro y Tabasco con diferencia de horas –aunque no hubiera víctimas mortales en éstas por fortuna–, es una clara evidencia sobre el plan de ataque y destrucción contra el régimen de López Obrador empeñado en perseguir “hasta las última consecuencias”, dice, la red inmunda del huachicoleo que, insistimos, aún no es delito grave; pero sí lo son, y de enorme peso, el sabotaje contra la nación y el terrorismo, en donde este columnista engloba las explosiones y las muertes por ellas ocasionadas sin miramientos. Y así es como debe extenderse el juicio contra las grandes fortunas que están detrás.
Aseguran que el cártel Jalisco Nueva Generación es el que más se beneficia del robo de gasolina y la venta de la misma adulterada; puede ser. Pero, sin duda, hay cabezas muy ricas y con cabellos entrecanos o calvos ya que han sido los verdaderos creadores de las redes amorales, perfectamente localizadas ahora a cambio de la ceguera de los anteriores gobiernos sobre todo el del ladrón peña, quienes son los que debieran responder no sólo del robo –delito menor– sino de las muertes, el sabotaje y el terrorismo –delitos mayores–.
De allí surgió mi llamado para perseguir los crímenes de altos vuelos y observar al huachicoleo como parte de una estrategia para minar a México y no centrarnos en el mismo cuando hay, sobre el tema, cuestiones y condiciones mucho más graves, entre ellas la participación de mandatarios felones, el peor de ellos el señor fox, cuyo cinismo les impulsa a crear barricadas de mentiras para escudarse de la presión oficial. Y es en este punto donde le solicitamos al presidente en funciones, como al fiscal general y los titulares de la Defensa y la Marina, que actúen con celeridad y firmeza. Esto es, con #cerocobardía.