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LA CALLE DE VIOLETA EN LA COLONIA GUERRERO TIENE PERSONALIDAD Y SU COLOR ES EL VIOLETA muchas de las casas de esta calle, sí, están pintadas de color violeta, se ve bien, es una calle poblada de casas viejes, antiguas, muchas hechas de cantera con grandes balcones con balaustrada de cantera y pequeñas ventanas casi a ras de suelo, estas son para dar ventilación a los pisos de madera, tienen cuarto grandes, donde a veces se construyen los famosos tapancos, otras han conservado su decorado afrancesada, e incluso en una de ellas hasta un enorme espejo de estilo francés luce en unos de los muros, es la popular casa Amalia.
Amalia fue una señora que vendía quesadillas en un local de avenida Hidalgo, a un lado de la célebre Hostería del Bohemio, que durante muchos años estuvo en el patio del hospital de San Hipólito, y la iglesia del mismo nombre es tan popular que la gente ya no la conoce por San Hipólito, sino que le llaman San “Juditas.
Doña Amalia tuvo unos hijos muy trabajadores, entre ellas Lidia, con alma de cantante; un día a doña Amalia le pidieron el local de los bajos del convento de San Hipólito, pero ella que amaba la colonia Guerrero y buscó una casa para vivir y tener su local, y la encontró en la calle de Violeta 57.
Ahora Casa Amalia la dirige su hija con sus tres nietas. Esta casa fue del doctor Alberto Capilla, padre del clavadista Joaquín Capilla, ganador de medalla de oro en clavados de plataforma en los Juegos Olímpicos de Melbourne.
La casa tiene un gran zaguán, se abre un patio poblado de plantas, a un costado hay una escalera por donde se entra al gran salón que sirve para las mesas del restaurante, es comida casera la que sirven, deliciosa. Y después de las 3 PM llega la hora bohemia, la gente de edad hace uso del karaoke, traen sus pistas y se ponen a cantar, no es concurso, es el placer de cantar. Vale la pena comer aquí, el menú es barato, y si le gusta cantar lleve sus pistas y pide su turno, para cantar en el corazón de la Guerrero, calle de Violeta, a media cuadra de la calle Héroes y la casa de los Rivas Mercado, digo que tanto es tantito…