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Perseguidos y perdonados

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NO ES EXPLICABLE, AUNQUE SEA EVIDENTE, LA RAZÓN POR LA CUAL ALGUNOS EX MANDATARIOS SON PERSEGUIDOS judicialmente y otros, en cambio, gozan del favor de la impunidad con la inocua aplicación de la medicina del tiempo, es decir bajo control de la amnesia colectiva tan productiva para los sinvergüenzas que forman la escoria oficial. Pese a ello, no hemos sido capaces, los mexicanos en su conjunto, de hacer valer el peso de la soberanía popular ante la pequeña elite que nos asfixia desde las alturas del sistema.

Hace unos meses, dialogando con un apretado grupo de amigos con enorme experiencia en las cuestiones de la vida institucional –era yo el único disidente–, uno de ellos, quien por cierto pasó una temporada en la prisión cuando cayó en desgracia para luego levantarse sin perder su condición de priista, habló con fervor sobre la dureza de nuestro peculiar establishment que rebasa la fuerza presidencial y a la partidocracia para envolvernos guiado por quien sabe cuántas manos aviesas. Y decía, claro, que tal estructura acabaría imponiéndose a la hora de los comicios del 1 de julio. Un error de antología.

Entonces me negué a refrendar tal tesis porque consideré que, en cualquier caso, incluyendo las oposiciones, todos los precandidatos eran hijos del sistema, incluyendo a Andrés quien tanto habla de la mafia del poder pero pocas veces analiza lo que significa la estructura férrea que la sostiene. Tuve razón y Andrés ya es el presidente de la República como pronostiqué entonces.

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