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@danielh_moncada
La sociedad mexicana está frente a un momento que podría llamarse histórico, pues nunca en la vida política del país, había llegado a la presidencia un personaje de la “oposición izquierdista”.
Con su discurso abierto en contra del neoliberalismo, sistema político económico que ha llevado a establecer grandes cánones de desigualdad social, económica, cultural, e incluso, por sobre todo, desigualdad política a nivel sociedad, Andrés Manuel refuerza determinados principios que pueden ser encaminados a establecer una sociedad más benevolente. En su discurso también está plasmada la idea de la democracia participativa, lo que podría revertir la desigualdad en cada uno de los matices anteriormente mencionados. No somos mas que la manifestación propia de las ideas.
Estamos a 4 días de que Peña Nieto le deje el país en “bandeja de plata” a López Obrador gracias a una supuesta amnistía pactada, sin embargo, el próximo ejecutivo ya anunció que en el mes de marzo se someterá a consulta (bajo la legislación estipulada, a diferencia de las dos que ya lleva sobre el NAIM y sus 10 proyectos prioritarios) si es voluntad del pueblo que se castigue a los expresidentes por casos de corrupción, empezando por Carlos Salinas de Gortari, a pesar de haber mencionado que él perdonará.
Para que se elimine la corrupción, es necesaria la construcción de un aparato político legislativo que marque las pautas de acción correctas, ya se anunció la reforma al artículo 35 de la constitución que atañe a las consultas, para que los ciudadanos puedan exigir una respecto a cualquier asunto de interés nacional.
Sin embargo, quedan muchos asuntos pendientes que las mayorías de morena tienen que hacer en San Lázaro y en el Senado si quieren hacer realidad la cuarta transformación que tanto presumen; que abandone también los principios partidistas que mantiene separada a la ciudadanía de la política. Y la nueva oposición de derecha conservadora disfraza de liberal, como diría López Obrador, debe ponerse a trabajar si quiere volver a ejercer el poder, y eso pasará únicamente si la sociedad se olvida de que ahora es el momento de ejercer más presión e intervenir en los asuntos públicos, dejando de ser idiotas, en su sentido etimológico.
El debate ideológico es necesario, y eso plantea la realidad de que una unidad total es simplemente utópica, pero es lo que conlleva a la construcción de los Estados Nación. La unidad del pensamiento podría ser posible si se construyen medios democráticos para darle espacio a todas las voces, de preferencia a los que menos tienen en todos los aspectos, desde lo económico, hasta el conocimiento y el capital cultural; para así disminuir paulatinamente la brecha inmensa de la desigualdad y eliminar la ideología capitalista basada en el consumo irracional que únicamente vuelve más ricos a los ricos.
Bien ya se lo había cuestionado el escritor Eduardo Galeano en uno de sus libros:
“A las órdenes del mercado, el estado se privatiza. ¿No habría que desprivatizarlo, más bien, estando como está el estado en manos de la banquería internacional y de los políticos nacionales que lo desprestigian para después venderlo, impunemente, a precio de ganga?”, escribió en su libro intitulado Patas Arriba La Escuela del Mundo Al Revés.
Es necesario pensar las leyes para que las personas puedan contar con una alimentación suficiente que les permita desarrollar sus capacidades de pensar, de razonar, para que puedan criticar y proponer, construir ideas y expresarlas con la finalidad de beneficiar al colectivo.
Sobre todo, es fundamental eliminar la apatía ciudadana porque es el momento para que nos volvamos más críticos respecto a lo que interviene en nuestra vida cotidiana. Estamos de cara a un “esperanzador cambio de régimen”. Ojalá sea cierta la separación del Estado y el mercado. O que por lo menos el mercado no sustraiga a diestra y siniestra lo que nos debería pertenecer, como nuestro tiempo a cambio de trabajos y salarios precarios, nuestra salud, e incluso los recursos naturales.
Realice sus propias conclusiones.