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Cantina por excelencia es el Salón España, en la esquina de Argentina y González Obregón, lugar de regodeo de los estudiantes del viejo barrio universitario, por los estudiantes de la escuela de Jurisprudencia. Los de Odontología iban a la desparecida cantina El Nivel, en la calle de Moneda. Ahora la frecuentan periodistas, maestros jubilados, burócratas con sueños de antrólogos y guías de turistas; esta cantina tiene el aristocrático sabor de las viejas cantinas del centro, con su local de tortas a lado, también van trabajadores y luminarias del Colegio Nacional, donde los chamorros de los viernes son una delicia con una salsa de Dios mío, y una cerveza bien helodia, a veces se juega dominó.
Una que se modernizó y por poco pierde su clase es la Peninsular, en la calle de Corregidora y la Alhóndiga, dicen que se fundó en 1872, y se proclama que desaparecida la cantina El Nivel es la más antigua de la Ciudad; llevan grupos musicales con cantantes de buen ver, es un buen cotorreo.
En la calle de Jesús María esquina con Moneda, a espaldas de la escuela de San Carlos está La Potosina, aunque en el barrio le llaman la “Potrosina” es refugio de viejos atlantistas, cuando los potros de hierro juegan está a reventar, hay tele de paga, se hace la chorcha y hay chamorros.
Otra clásica es El Gallo de oro, fundada en 1874, se juega dominó, hay buena comida, es una lugar cómodo y amable, está en la calle de Bolívar y Venustiano Carranza. iNo puede faltar en este breve recorrido, en la calle de Independencia y Dolores, la cantina del Tío Pepe, bellísima cantina, como las de antes, con su barra de madera.