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¡A las crujías!

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Las organizaciones no gubernamentales suelen tomar mayor importancia cuando los vacíos de poder se ahondan y la credibilidad oficial ronda por los suelos. Es el caso del presente. Para desgracia nuestra, el presidente de la República y los miembros de su gabinete parecen dar mayor importancia a simular que luchan arduamente por atraer inversiones –cuando la falta de seriedad fue desnudada por los empresarios chinos que ahora reclaman una fuerte indemnización por los gastos “no recuperables” tras la adjudicación cancelada para la construcción del ferrocarril rápido entre la capital y Querétaro–, que a la galopante crispación social cuyos efectos pueden ser devastadores contra el régimen en curso.

Es un hecho, y lo repetimos, que buena parte de la sociedad mexicana quisiera librarse de peña nieto y mandarlo a las crujías; y que otro sector solicita, primero, resolver los entuertos creados por la administración actual, sobre todo los relacionados con la violencia desatada y los intolerables actos represivos, antes de retirarse por incapacidad… dentro de un mes; y unos más alegan que cuando llegue diciembre, peña podrá retirarse, al fin y con sus males físicos a cuestas, a gozar de cuanto robó al erario durante su sexenio; y a la hora del divorcio, podría optar por Rosario Robles como tercera consorte… si se trata de que voltee la cara.

El caso es que únicamente un puñado de panegiristas estima, con una ceguera total, la prefabricación de sendas trampas “en contra del actual mandatario” en finiquito para convertirlo en protagonista de todos los dramas como “si fuera gendarme de Iguala”. Esta hipocresía podría exonerar, igualmente al repulsivo ex mandatario de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, al secretario de la Defensa Nacional e incluso a la llamada “pareja imperial” Abarca-Pineda Villa por ahora bajo la asfixia de la cárcel en tanto, lentamente, se cocinan sus nexos tratando de evitar que tales lleguen demasiado arriba entre las jerarquías políticas… del futuro inmediato.

En la misma línea, la de la impunidad, se dio la información sobre la socorrida casona de La Palma, en Sierra Gorda números 150 y 160, propiedad –se dice– de la primera dama como resultado de sus ahorros y créditos bonancibles, si bien una de ellas fue cedida por Televisa a los diez días de formalizarse el matrimonio del entonces gobernador peña nieto y de la celebridad de las pantallas chicas, Angélica Rivera Hurtado. Por lo general, los mandatarios solían invertir en sus futuras casonas en el último año del sexenio so pretexto de encontrar un lugar donde vivir de acuerdo con la condición de ex presidentes. ¿O acaso el señor peña nieto estaba pensando, en serio, en retirarse por esos días turbulentos de 2014? De ser así nos hubieran salido baratas las residencias.

Más allá de frivolidades y notas para las revistas rosas –una de las malas ideas importadas de España en donde la aristocracia parece estar siempre en un escenario teatral para solaz de los plebeyos, es decir la “prole” en el vocabulario de Mónica Peña–, la realidad indica que si durante el oscuro sexenio de calderón las cifras de las mismas ONG situaron en cien mil el número de víctimas y en veintisiete mil el número de “desaparecidos” –por desgracia el transcurrir del tiempo es una paletada sobre los sepulcros, aunque tal no se acepte, explicablemente, por quienes sufren las ausencias expandiendo el rencor–, en cuanto va del sexenio peñista existen registros que demuestran que y se rebasó, con mucho, a la administración –funeraria– anterior, como consecuencia de la guerra intestina entre mafias más un número indeterminado de personas, miles de ellas, cuyas ausencias parecen inexplicables para la autoridad.

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