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En este centro los españoles llegaron con sus tiendas, sus cantinas y sus hoteles de paso
LA PLAZA DE LORETO ES UNA VERBENA, no importa que la iglesia de Loreto esté cerrada, parece que resultó muy dañada en septiembre del 2017, ya saben la historia de esta iglesia de imponente cúpula que diseñó Manuel Tolsá, desde que se estrenó comenzó a inclinarse, como borrachito se ha ido de ladito, todavía hace año y medio podía entrar y parecía que una fuerza gravitacional lo jalara de lado.
Es la construcción que domina la plaza donde los invidentes ofrecen sus servicios para que los chilangos aflojen el cuerpo que llevan tenso por el estrés, con su tacto reconocen mejor dónde el cuerpo está “anudado” y distender los músculos tensos.
En la esquina de Loreto y Justo Sierra, la continuación de Donceles, hay dos sinagogas, testimonio de lo que fue el barrio de los judíos, en calles como Academia, Jesús María, San Jerónimo llegaron a vivir hombres que venían de Europa. Los sefarditas hablaban una especie de español antiguo y vendría de España o de Bulgaria, por eso una de las sinagogas es de rito sefardita y la otra sinagoga es del rito askenazi, son judíos que hablan una lengua influida por el alemán, vinieron de Alemania, Polonia, países del centro de Europa.
En los años treinta tenían su carnicería y panadería kosher, los domingos se reunían en sus sinagogas, de esas familias que habitaron el centro provino el periodista Jacobo Zabludovsky, no por nada quiso tanto a La Merced, su barrio.
En el Centro hubo varios lugarcitos de comida libanesa, en varios aspectos usan los mismos elementos que la comida de los judíos, son culturas del Medio Oriente y en el Centro Histórico es común ver en el Al Andalus comer a judíos y libaneses.
Los libaneses tienen su iglesia, la de Balvanera, en la calle de Uruguay, donde se venera a San Charbel, dicen, es el santo favorito de Carlos Slim, recuerden que su familia tenía su negocio en La Merced.
En este Centro los españoles llegaron con sus tiendas de abarrotes, sus cantinas, sus hoteles de paso. Y ahora los oaxaqueños llegan con su queso, sus tlayudas, sus nieves y mezcal y los jarochos con sus ostionerías, eso sin contar a la comunidad armenia que también anduvo por acá o los chinos y ahora coreanos y japoneses digo, el Centro Histórico, siempre ha sido multicultural, hay de todo, digo, qué tanto es tantito.