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Desde diferentes áreas empieza a resentir fuego amigo para buscar por todos los medios impedir que cumpla el mayor compromiso adquirido con los capitalinos, “construir y rehabilitar las viviendas de miles que las perdieron durante el sismo del 19 de septiembre de 2017”.
Sabedores del punto débil que aqueja a la doctora, los enemigos políticos, empezaron agitar las aguas entre las filas de la base trabajadora al servicio de la ciudad, pues bien saben que un sindicato dividido, fracturado y debilitado, difícilmente va poder ir de la mano con la jefa de Gobierno para retirar escombro, derrumbar edificios y reconstruir las viviendas de miles de damnificados que las están esperando desde hace varios meses.
Ese es el reto que tiene por delante Claudia. Lo que llama la atención es que mientras el hombre fuerte de Mascupana ha pedido a todos quienes ganaron un cargo de elección popular el pasado 1 de julio por Morena trabajar unidos, sin divisionismos ni luchas intestinas que pongan en riesgo su proyecto de nación, en la capital del país parece que ese llamado pasó de noche al no caer en tierra fértil.
La CDMX está obligada a ser referencia para el resto de las entidades federativas en trabajo, desarrollo y progreso, con orden y armonía, pero de no haberla para Claudia Sheinbaum representaría un duro golpe a su capital político.
Con los trabajadores al servicio de la Ciudad, debe de ir de la mano para cumplir los compromisos adquiridos durante su campaña, porque el presupuesto económico es limitado y contratar mano de obra externa saldría más cara y el horno no está para darse ese lujo.
Es la primera que debe encabezar la austeridad, pero para ello deberá contar con todo el respaldo de la base trabajadora y esta no podrá dárselo si agentes externos la dividen, fracturan o la controlan para afectar a 9 millones de habitantes, más cinco que cotidianamente nos visitan en la capital. La fórmula es el trabajo coordinado entre gobierno y trabajadores.