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DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA
El sábado próximo se definirá el futuro de un apabullado PAN, que no alcanza a reponerse de la vapuleada del 1 de julio. Ni siquiera su frágil candidato presidencial, Ricardo Anaya, se había atrevido a asomar la cabeza, luego del fracaso de su alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano. Sin embargo, ante la cercanía de la reunión del próximo sábado, el queretano decidió dar la cara, después de más de un mes y decidir buscar que su grupo mantenga la jerarquía al interior del partido.
Es mucha la molestia que existe en contra de Anaya, aunque sus cercanos mantengan los órganos internos de dirección y quieran apropiarse de las coordinaciones de diputados y senadores, además de mantener el liderazgo a nivel nacional. Las voces contrarias al grupo de Anaya tratan de unificar criterios para impedir otro albazo que prolongue el maximato del diluido candidato presidencial. Es cierto que el peso específico de personajes como Ernesto Ruffo, Juan Carlos Romero, Roberto Gil y otros de los aspirantes a presidir el partido es pequeño, pero otros como Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota y Diego Fernández de Cevallos, no se encuentran muy conformes con lo que está sucediendo dentro del partido.
De los tres partidos (PRI, PAN y PRD) que fueron avasallados por MORENA el 1 de julio, el blanquiazul es el que menos reacción tuvo ante este siniestro. Los panistas quedaron pasmados ante el triste resultado tenido por su candidato que creyó que la alianza conformada con el PRD y el MC le bastaría para disputar la victoria y el quedar relegados a 30 puntos del primer lugar los congeló. Es cierto que no es la primera crisis que enfrenta el partido, aunque ninguna comparable a esta, ni siquiera aquella de los panistas doctrinarios que abandonaron con todos sus blasones al partido, después de la elección de 1988. Los panista deberán presentar propuestas reales y confiables.
