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El manual de la buena esposa

Especialistas en fingir orgasmos

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Las mujeres somos tremendas. Cuando comenzamos una relación fingimos que no nos interesa el matrimonio. Mientras le contamos al novio una historia que no es, el vestido de novia está escuchando la conversación en la cajuela.

Él piensa en sexo y nosotras ya sabemos perfectamente bien quiénes serán nuestras damas de honor. Es más, hasta tenemos decidido qué color y modelo de vestido queremos para ellas.

Si el hombre nos pregunta si nos gusta bailar, decimos que sí aunque tengamos dos pies izquierdos. Somos capaces de meternos a clases de salsa para que no nos cachen en la mentira.

Nos metemos a la cocina para enamorarlo por el estómago, aunque la buena sazón no sea lo nuestro. Lo digo por experiencia. De novios le cocinaba a mi marido diario. Una vez que nos casamos, soy cliente distinguida de Uber Eats. Así somos.

Y esto de la fingida también se nos da en el sexo. Razones hay muchas. Para complacer, para aumentar nuestra propia excitación, porque el hombre espera a que lleguemos al orgasmo para llegar al clímax ellos también, y nosotras odiamos que se tarden hooooras haciendo el amor. Quizás hasta por baja autoestima o para darle seguridad al hombre, para no hacerlo sentir mal, también. La cosa es que el 68% de las mujeres fingimos el orgasmo. ¿Cómo les quedó el ojo?

¿Ustedes han fingido alguna vez? ¿Han sacado de onda al vecino, o a los huéspedes del cuarto de al lado con tanto grito que no corresponde en realidad con el nivel de placer? Ahí se los dejo de tarea. Fingir no me parece malo, si es para aumentar el nivel de excitación. Si le falta jiribilla para llegar al clímax, platíquelo con el marido. No deje de gozar porque le dé pena pedirle cómo, cuándo y dónde. Comunicación y más comunicación y verá cómo dejará de seguir fingiendo. Y vivieron felices para siempre, gracias a El manual de la buena esposa.

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