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Sin duda alguna, es uno de los peores finales de vida, de carrera, el que está teniendo José José, El Príncipe de la Canción, uno de los mejores cantantes que ha dado este país, si no es que el mejor. Desde muy temprana edad se transformó de un gran artista a una simple víctima barata, cobarde, y lo digo con todo el dolor de mi corazón, porque tuve la fortuna de convivir con su familia desde que yo era un niño. Se puede decir que Pepito (José Joel ) y yo crecimos juntos, me tocó ver de cerca todo lo que ustedes de alguna manera conocen: las pedas inimaginables de El Príncipe, la ausencia durante días y a veces semanas, y la fortaleza de Anel soportando todo, intentando ayudarlo, él siempre en su papel de víctima, de pobrecito, logrando que gran parte de nuestra gente de alguna manera se identificara con él. Pero lo que pasa hoy en día es verdaderamente terrible. Después de que la vividora de su hija menor, Sara, se lo llevó mientras estaba siendo atendido perfectamente aquí en México, llegó con un desajuste mental evidente, durante tres días no se bañó y procuró no comer nada por temor a que la fueran a envenenar, ¡figúrense! Y de repente ya había convencido a la víctima de irse de regreso a Miami, donde no lo esperaba nada ni nadie. Salió del cuarto con su maletita, la hija y se largó a Miami todavía no repuesto del todo del cáncer de páncreas que le aqueja. Tuvo que pagar él una ambulancia aérea que costó 40 mil dólares (unos 800 mil pesos ), para ser trasladado, y así abruptamente, como buen abandonador, dejó a sus hijos y a toda la gente que había logrado sacar adelante, no sin antes haberle firmado una cantidad de documentos enorme, que hasta el día de hoy no se sabe de qué fueron, y lo peor de todo es que José José tampoco lo sabe, porque se lo confesó a Pepe en alguno de sus momentos de lucidez.
Desde hace varios meses están allá y como habrán visto, Sarita lo tiene incomunicado, no habla ni contesta a nadie de sus amigos, sus hijos, su familia y a quien quiere ir a intentar verlo a su casa, simplemente no le abren la puerta, tal y como se lo hicieron a Pati Chapoy y ahora a su propio hijo José Joel, que viajó hasta allá y tuvo que ir con la policía, la cual entró a casa de El Príncipe. Dicen que ahí estaba, muy delgado y enfermo, pero ahí estaba y solo le mandó decir con los policías que no era bienvenido en esa casa ¡y que se regresara por donde llegó! ¿Qué clase de monstruo hace eso con su propio hijo? No quiere ver a nadie, de manera que ese es el terrible fin de un ídolo, un ídolo que no pudo con el éxito y que jamás pudo hacerse cargo de sí mismo, un pelele al que todos mangonean y él no dice ni pío, al que cualquiera le roba, lo hace firmar y lo aleja de sus seres queridos; un ídolo de cartón y no por falta de talento, sino de carácter. Y ahora ¡corriendo a su propio hijo! Parece que ya se le olvidó el tema que cantó a dueto con él, La fuerza de la sangre. Fuerza que José José no conoce. He dicho.