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Alejandro Lelo de Larrea/Grupo Cantón
CIUDAD DE MÉXICO.– A su lado, sobre un buró, un libro cuyo título lo dice todo: “¿Quién manda aquí?” Así, en forma de pregunta. Y acaso una respuesta, la del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador: “No voy a hacer florero; no estoy de adorno”.
Apenas transcurrieron 24 horas desde que anunció la cancelación del aeropuerto en Texcoco. Una oleada de medios informativos y la comentocracia no han dejado de criticarlo. Circulan también en redes sociales “noticias” fake (falsas) de todo tipo.
Para él, la explicación es simple: “Es una campaña orquestada por los que se sienten afectados, hemos dicho una y mil veces que vamos a garantizar las inversiones, los contratos, que no hay nada que temer. Serénense, tranquilícense, ya se llevó a cabo un cambio en el país. Hay que notificarles a algunos, hay que informarles que ya es otro México”.
Al momento de su mensaje, grabado en sus oficinas de transición y difundido en sus redes sociales, de fondo, un pequeño busto de Benito Juárez, el hombre que separó el poder político del poder de la iglesia.
Por segundo día consecutivo, López Obrador reafirma que él ya marcó la separación entre el poder político y el poder económico.
“No va a haber interés personal o de grupo, por poderoso que sea, que haga negocios al amparo del poder público, con el dinero de los mexicanos”, dice enfático.
El libro en el buró tiene como subtítulo: “La crisis global de la democracia representativa”. Los autores: Gerson Damiani, José Fernández-Albertos y Felipe González, expresidente de España, el hombre que encabezó el gobierno que transitó de la dictadura de Fernando Franco a la democracia, hacia mediados de los 1970.
Más allá del mensaje que manda López Obrador con el título, el fondo del libro plantea la necesidad de ir más allá de la democracia representativa, que es la electoral, para transitar hacia una democracia verdaderamente participativa: plebiscitos, consultas ciudadanas, referéndums.
Después de su mensaje en redes sociales, López Obrador celebra una junta muy importante en sus oficinas, con quien será el jefe de oficina en la Presidencia, Alfonso Romo, y sus futuros secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa, y Javier Jiménez Espriú, de Comunicaciones y Transportes. Acuerdan una comisión, una estrategia de diálogo para calmar el nerviosismo de algunos empresarios.