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Alejandro Lelo de Larrea/Grupo Cantón
CIUDAD DE MÉXICO.— Andrés Manuel López Obrador suele contar la historia de un ciudadano que se le acercó en la frontera norte, hace algún tiempo, y le pidió algo muy importante si algún día ganaba la Presidencia: que así como Benito Juárez separó el poder político del poder de la iglesia, él hiciera algo igual de importante para los tiempos actuales: que separe el poder político del poder económico.
Y sí, este lunes, con la decisión de cancelar la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), presume el presidente electo que lo ha logrado:
“Ya hay una frontera entre el poder económico y el político… Se acabó el predominio de una minoría y la vinculación del poder político y económico y que el gobierno esté secuestrado por una minoría”.
Así habla el mandatario electo en la conferencia de prensa en que reitera el fin del proyecto del aeropuerto en Texcoco.
Agradece a las más de 1 millón de personas que participaron en la consulta. “Es ejemplo de democracia. México es de nuevo un ejemplo a nivel mundial”.
De pronto López Obrador comienza a girar su dedo índice alrededor de la oreja y expresa sobre estos nuevos tiempos:
“Lo que les diría a esos contratistas y funcionarios corruptos, que se vayan acostumbrando y hagan un ejercicio mental de readaptación. Les molesta mucho, les irrita, pero que entiendan: se acabó la corrupción”.
Sabe López Obrador que no es ni será fácil, porque por ejemplo ve que se ha tratado de generar un ambiente de miedo zozobra con el tipo de cambio peso-dólar y la bolsa de valores, en el contexto de la consulta del aeropuerto.
“¡Imaginen al Estado Mexicano supeditado a los mercados financieros! ¿Quién manda? El pueblo, los ciudadanos.
Se acabó el predominio de una minoría. Se va a ir entendiendo, cuesta trabajo porque no ha terminado de desaparecer lo viejo.
Minutos después de la decisión polémica, en sus oficinas, un mensaje de poder: llegan el próximo titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, y el de la Marina, José Rafael Ojeda.
A partir del 1 de diciembre, López Obrador será su jefe, como comandante supremo de las Fuerzas Armadas.
La reunión dura alrededor de 90 minutos. El tema en ciernes: antes que acabe octubre presentará su plan de seguridad pública para pacificar al país.
Cuándo se retiran, ni el general ni el almirante concenden entrevista. Ambos salen de las oficinas en el Jetta blanco de López Obrador. Más adelante habrán de subirse a sus vehículos blindados.
Este lunes, ha regresado de sus vacaciones quien será el coordinador de Política y Gobierno de la Presidencia, César Yáñez. Con tranquilidad, cuando lo miran los periodistas, saluda con la mano en alto y sube las escalinatas para entrar a su oficina.
Ahí, donde López Obrador permanece hasta las 8 de la noche, cuando se retira, igual que el día previo, feliz por lo del aeropuerto.