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Lo poco que se ha filtrado sobre la letra chiquita del acuerdo en principio del Tratado de Libre Comercio para Norteamérica, se descubren varios aspectos que son importantes y donde los negociadores dejaron la puerta abierta para avasallar a los empresarios mexicanos.
Sin embargo, una derrota grave fue el ceder ante la presión de las empresas farmacéuticas; ese gran pulpo internacional que exprime hasta el último centavo de los pacientes enfermos.
Una de las cláusulas del TLCAN versa sobre la protección de las marcas y patentes de diversos productos. Es importante, claro está, defender la propiedad intelectual. Sin embargo, en materia de medicinas, las grandes farmacéuticas se convierten en auténticos “Dráculas” que les chupan la sangre a los enfermos.
Según la letra chiquita del TLCAN los medicamentos biotecnológicos (los genéricos, pues) se protegerán por 10 años los derechos de explotación de la marca y los contenidos. Buscan eliminar una ley que existe en el país que, en caso de pandemias, por necesidad de salud pública o por razones de Estado, no puede explotarse la fórmula de un medicamento sin pagar las regalías a esas poderosas compañías.
Los medicamentos genéricos es la medicina de los pobres y de muchas personas que no pagan enormes sumas de dinero para tener una medicina de patente o de marca. En ese mecanismo, el sector salud se ahorra más de 10 mil millones de pesos y el golpe sería devastador para las finanzas del gobierno en materia de salud. Durante un tiempo lógico de 3 a 5 años, de protección de la patente a fin de que los inventores o propietarios de las mismas, tengan las utilidades necesarias para ese objetivo.