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La rapiña en medios y políticos

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Ana María Vázquez

Escritora/Dramaturga

@Anamariavazquez

En momentos tan difíciles como el del reciente descarrilamiento y el saldo de 13 fallecidos, es terrible ver cómo, de la noche a la mañana los internautas se han convertido ahora en especialistas ferroviarios y más aún, los medios corporativos han hecho su “agosto” en diciembre al involucrar de nuevo y sin pruebas al expresidente López Obrador y sus hijos, reforzada por una grabación (muy dudosa) de Latinus, un medio cuyo director es bien conocido por sus montajes periodísticos. Sin el menor pudor y sin pensar en los deudos la jauría se ha lanzado a especular: “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”, y no podía faltar el dueño de TV Azteca y algunos de sus empleados lanzando ad hominem acusaciones contra el gobierno, la presidenta. No esperarán a los peritajes que, dicho sea de paso, no dudo de que vayan a ser a fondo ahora que la Fiscalía está en manos de Ernestina Godoy y vuelven a la memoria frases como la de “guerra sucia, pero sucia en serio”, dicha por Jorge Castañeda, o la de Jorge Romero, presidente del PAN “lo único que le queda a la oposición es la violencia”; en agosto pasado Alejandro Moreno, líder nacional del PRI junto con Carlos Eduardo Gutiérrez mancilla, Pablo Guillermo Angulo, Erubiel Lorenzo Alonso y Ruben Moreira atacaron físicamente a Gerardo Fernández Noroña en plena sesión de la Comisión Permanente en un acto inédito.

Los actos violentos de políticos y medios han ido creciendo y carecen ya de toda ética o, como en el caso del descarrilamiento, ni la menor empatía, una oposición al estilo Milei, loca, desbocada, que no le importa si golpea a ancianos en la Plaza de Mayo, pero nosotros ya tuvimos a varios Milei, ya nos vendieron las tierras, la industria, ya nos devaluaron cientos de veces en sexenios anteriores, sufrimos la represión del 68, de Acteal, de Aguas Blancas, vivimos la inhumanidad del caso Ernestina Ascencio, la que Felipe Calderón afirmó que había muerto por gastritis y no por violación multitudinaria.

No debería extrañarnos esta rapiña mediática y sin embargo enfurece y duele que lo que no exigieron a gobiernos anteriores porque sus bolsillos estaban llenos, lo hagan ahora con éste usando un hecho tan doloroso como el descarrilamiento del tren Interoceánico, pero también reafirma la convicción de que si regresaran al poder, no dudarían en volver a reprimir, apalear y despojar como ya antes nos lo hicieron.

 

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