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REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Nezahualcóyotl vivió otra jornada de tensión marcada por la violencia y la ambición desbordada. Una escena digna de película criminal se desarrolló en carne viva cuando una mujer, presuntamente en complicidad con un hombre, ingresó a una vivienda de la colonia Benito Juárez y, con arma en mano, despojó a un familiar de una fortuna: más de siete millones de pesos que fueron arrancados entre amenazas y terror.
“Entraron como si nada, con una frialdad espantosa… ella daba órdenes, él apuntaba. Nadie respiraba”, relató una vecina que escuchó los gritos y todavía habla con el miedo pegado en la voz. En cuestión de minutos, los delincuentes escaparon a bordo de un Chevrolet Sonic color vino, creyendo que la madrugada les daría cobertura. Se equivocaron.
El reporte encendió las alarmas y patrullas municipales activaron un operativo de búsqueda que terminó por cerrarles el paso sobre avenida Riva Palacio, esquina con Séptima Avenida, en la colonia El Sol. Ahí, frente a curiosos incrédulos, la adrenalina se convirtió en captura: manos arriba, rostros tensos, sirenas, gritos de mando… y el botín millonario perfectamente empaquetado quedó expuesto como prueba del atraco. Junto a él, un revólver calibre .38 abastecido, símbolo del miedo que usaron para someter.
“Parecía una escena de serie policiaca, pero era real… pensar que una familiar estuvo involucrada es lo más cruel”, comentó un testigo que vio el momento en que los detenidos fueron sometidos y esposados. La incredulidad se mezcló con el morbo: bultos de dinero, policías armados, vecinos con celulares grabando, y dos jóvenes con el rostro derrotado, sabiendo que el golpe “perfecto” había terminado en desastre.
Los detenidos, identificados como Brittanny Janet “N.” y Jonathan Eduardo “N.”, fueron puestos a disposición del Ministerio Público. Ahora, será la Fiscalía la que determine su destino, mientras la comunidad asimila el episodio: traición familiar, violencia, dinero y un final abrupto bajo luces de patrulla. Neza vuelve a recordar que, en sus calles, la codicia no solo hiere… también termina tras las rejas.