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La inminente aplicación de sanciones del Programa Hoy No Circula a partir del 1 de enero de 2026 encendió la alarma entre automovilistas del Valle de Toluca y Santiago Tianguistenco
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Lo que debía ser un trámite ambiental se convirtió en una escena de estrés colectivo. Desde temprana hora, los accesos a verificentros del Valle de Toluca lucen saturados: avenidas semibloqueadas por filas interminables de automóviles, conductores molestos, tiempos de espera que superan las tres horas y personal operando al límite. Todo impulsado por el mismo motor: el temor a las multas que entrarán en vigor con el Programa Hoy No Circula a partir del 1 de enero de 2026.
“Esto no es organización, es presión. No hay capacidad para atender a todos y aun así quieren sancionar”, reclama Gerardo Torres, quien aguarda en Metepec sin avanzar más de unos metros en una hora. Como él, cientos de automovilistas se dicen atrapados entre la obligación y la falta de condiciones reales para cumplir. Las sanciones, que van de los 2 mil 200 a más de 3 mil 300 pesos, además de la posibilidad de remitir el vehículo a corralón, alimentan la prisa y el caos.
A las molestias se suma la incertidumbre. “Tenía cita, pero con tanto mensaje alarmante decidí venir antes. Ahora ni sé si lograré entrar. Pedimos una prórroga, no estamos evadiendo, estamos intentando cumplir”, expresa Laura Mendoza, quien espera con sus hijos dentro del auto. En redes sociales se multiplican testimonios similares: colas en Toluca, Metepec, Zinacantepec, Lerma y Lerdo de Tejada, aunado a reportes de fallas en sistemas, lentitud en atención y citas insuficientes.
Las autoridades insisten en que el programa busca mejorar la calidad del aire y que la ciudadanía tuvo oportunidad de prever el trámite. Sin embargo, los usuarios piden sensibilidad. “No se puede exigir como si el sistema estuviera listo cuando claramente no lo está”, señala Ricardo, otro automovilista inconforme.
La escena deja claro que el arranque del programa no solo enfrenta un reto ambiental, sino también social y operativo. Mientras los discursos oficiales apelan a la responsabilidad colectiva, las filas muestran otra realidad: un arranque cargado de ansiedad, saturación y reclamos que exigen ajustes antes de castigar.
