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Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
La situación resulta clara y alarmante: las vialidades federales del País permanecen desprotegidas durante las horas nocturnas. A lo largo de la jornada diurna es visible la presencia continua de unidades de patrullaje, particularmente de la Guardia Nacional, así como de efectivos castrenses; sin embargo, a partir de las 19:00 horas, tales dispositivos de seguridad simplemente desaparecen.
Conviene recordar que, en tiempos pasados, las rutas eran resguardadas por una corpora-ción conocida como Policía de Caminos, la cual, pese a su reconocida eficacia operativa, también incurrió de manera cotidiana en prácticas de extorsión hacia los transportistas, bajo el pretexto de brindarles protección. Dichos abusos derivaron en su disolución. En su lugar surgió la Poli-cía Federal, integrada en gran medida por elementos inexpertos.
En la actualidad, la responsabilidad recae en la denominada Guardia Nacional; no obstante, su desempeño deja mucho que desear. Los atracos se han vuelto recurrentes y la situación alcanza tintes lamentables, ya que tanto particulares como, de manera especial, operadores de carga, padecen robos masivos y, en no pocas ocasiones, delitos de mayor gravedad, tales como privación ilegal de la libertad y homicidio.
El planteamiento no pretende el retorno de la antigua Policía de Caminos, sino la urgente profesionalización de quienes hoy custodian las vías terrestres, así un esquema de vigilancia permanente, las veinticuatro horas del día.
Recientemente realicé un traslado al puerto de Acapulco durante la mañana. Resultó notable la abundancia de unidades federales y, adicionalmente, de vehículos con personal del Ejército Mexicano, equipados de manera contundente: cinco soldados en camionetas abiertas, portando armamento de alto calibre; conté no menos de diez convoyes de este tipo a lo largo del trayecto. Quienes circulábamos percibimos certidumbre y tranquilidad, experiencia francamente positiva.
La situación cambió radicalmente en el retorno a la Ciudad de México, efectuado por la no-che. Al salir del puerto alrededor de las 20:00 horas y durante casi 5 horas de recorrido, no se observó presencia alguna de fuerzas de seguridad en tránsito. Apenas dos unidades permanencia estáticas en centros operativos, a diferencia del despliegue observado durante la mañana. Tal omisión resulta sumamente preocupante y puede calificarse como un acto de irresponsabilidad institucional.
La supervisión debe ejercerse de forma continua. En materia de formación profesional, resulta indispensable retomar esquemas del pasado, como la antigua Escuela de Caminos, adaptándolos a las exigencias actuales y sustentándolos, de manera ineludible, en principios de integridad y rectitud.