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Quien no sabe administrar un negocio difícilmente un gobierno: expertos; en el limbo político empresa de Flores

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CIFO Technologies, propiedad del alcalde de Metepec, ES un modelo de innovación que hoy es ineficiente, con maquinaria obsoleta, costosa y sin mercado, según especialistas

REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN

La narrativa pública presenta al presidente municipal de Metepec, Fernando Flores, como un caso de éxito: un empresario con visión que logró conquistar la alcaldía; sin embargo. detrás de ese discurso triunfalista, las cifras y la realidad operativa de su propia empresa cuentan una historia muy distinta, marcada por el declive, la obsolescencia tecnológica y decisiones fallidas.

CIFO Technologies, firma propiedad del edil se ha convertido en el reflejo más claro de una deficiente capacidad administrativa que hoy pone en entredicho la competencia que tanto presume.

Especializada en la fabricación y comercialización de máquinas expendedoras de documentos para dependencias gubernamentales, la empresa vivió su etapa de auge durante administraciones priistas, cuando el peso de las relaciones políticas superaba con creces la calidad del producto.

“Eran equipos caros, de tecnología básica, que se colocaban más por contacto político que por su eficiencia”, señala un consultor del sector que solicitó el anonimato. Ese modelo, advierten, hoy está agotado.

En la actualidad, incluso gobiernos afines a su mismo color político han rechazado adquirir estos equipos, al considerarlos voluminosos, poco funcionales y sin ventajas competitivas frente a soluciones digitales más modernas. “Ni siquiera en su propio municipio ha logrado consolidar su operación. Es una paradoja que exhibe su incapacidad para sostener un proyecto empresarial”, añade la fuente.

El desgaste comercial de CIFO Technologies ha comenzado a impactar de forma directa en el futuro político del alcalde. Analistas consultados coinciden en que la imagen de Flores Fernández se ha erosionado. “Existe una antipatía ciudadana creciente. Su nombre ya no se asocia al éxito, sino a una empresa que no funciona y a una gestión municipal sin resultados destacados. Eso lo debilita seriamente frente a cualquier aspiración a una curul legislativa”, sostiene la politóloga Valeria Ríos.

El escenario, advierten observadores, podría ser terminal. El último intento por mantener vigencia sería impulsar la candidatura de su esposa, Iraí Albarrán, a un cargo de elección popular. “Si ella no obtiene la nominación, el ciclo se cierra. Sería el final de un proyecto político familiar sostenido en una imagen de éxito empresarial que hoy se desmorona”, sentencia el analista Ricardo Montes.

Revela la distancia entre el discurso de modernidad y la realidad de un negocio incapaz de adaptarse. Fuera de los contratos por compadrazgo y los discursos oficiales, el mercado exige eficiencia y competitividad. Una lección que el alcalde, al parecer, nunca aprendió y que podría terminar cobrándole factura en las urnas.

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