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REDACCIÓN
El martes una pipa cargada con gas LP se volcó tras perder el control, provocando el cierre parcial de la autopista Peñón–Texcoco, lo cual encendió la alerta por riesgo de explosión. La causa probable apunta a una falla mecánica, exceso de velocidad o un error del conductor, situación que es investigada por las autoridades.
El tractocamión quedó recostado a un costado de la cinta asfáltica, con el enorme tanque plateado expuesto y vulnerable. En su interior transportaba aproximadamente ocho mil litros de gas licuado de petróleo, una carga suficiente para provocar una tragedia mayúscula. La escena paralizó a los automovilistas, conscientes de que cualquier chispa podría desatar una explosión devastadora.
Elementos del Heroico Cuerpo de Bomberos y de Protección Civil arribaron de inmediato. Vestidos con equipo especializado, iniciaron maniobras de enfriamiento del tanque para reducir la presión interna, mientras otros revisaban válvulas y conexiones en busca de fugas. El olor a gas, que habría detonado evacuaciones masivas, afortunadamente no se presentó.
La Guardia Nacional y policías estatales establecieron un amplio perímetro de seguridad y desviaron la circulación, lo que derivó en largas filas de vehículos varados por kilómetros. Conductores atrapados bajo el sol observaron con tensión el operativo, mientras el tiempo avanzaba sin una reapertura clara.
Aunque no se reportaron personas lesionadas de gravedad, el riesgo se mantuvo latente durante horas. La maniobra para retirar la pipa exigió precisión extrema. La autopista, convertida en cuello de botella, dejó una imagen clara: en el asfalto, el peligro puede viajar sobre ruedas y estallar en cualquier descuido.
