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La inconformidad entre los vecinos crece en Teoloyucan ante la falta de información oficial sobre el proyecto ferroviario que atravesará el municipio mexiquense
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El lunes, habitantes del municipio de Teoloyucan se manifestaron para exigir a las autoridades la reparación del puente El Polvorín y la definición clara de las obras relacionadas con el tren México–Querétaro que avanza en el oriente mexiquense.
Frente al proyecto ferroviario, que dicen, del que poco se sabe y mucho se sospecha, habitantes del municipio han decidido organizarse y alzar la voz para exigir claridad.
No rechazan el tren, insisten, pero sí la forma en que se ha manejado: entre rumores, versiones incompletas y un silencio oficial que alimenta la incertidumbre.
Desde hace varios días, vecinas y vecinos mantienen una protesta sostenida para exigir información puntual sobre el trazo de la vía, la ubicación de la estación y, sobre todo, los accesos seguros para la población. “Nos enteramos por comentarios, por planos que nadie confirma. Aquí vivimos familias, hay escuelas, comercios, adultos mayores. No pueden pasar un tren sin decirnos cómo nos va a afectar”, reclama Laura, madre de familia que teme por la seguridad de sus hijos.
Habitantes de distintas colonias coinciden en que el ayuntamiento no ha convocado a reuniones formales ni ha presentado estudios claros. “No estamos en contra del progreso, estamos en contra de que nos ignoren. Queremos saber si partirán el pueblo en dos, si habrá pasos peatonales o si la estación quedará lejos de quienes realmente la necesitan”, señala un vecino del centro.

La queja se extiende a los tres niveles de gobierno. Los manifestantes acusan omisión municipal, falta de consulta estatal e imposición desde la federación. “Deciden desde un escritorio sin pisar nuestras calles. Aquí no somos un punto en el mapa, somos una comunidad”, expresa una vecina de la tercera edad que advierte riesgos para quienes caminan diariamente por la zona.
Lejos de diluirse, la movilización suma apoyos. Los vecinos advierten que, si no reciben respuestas claras y un canal de diálogo real, endurecerán sus protestas. “No queremos conflictos, queremos información y respeto. Pero si no nos escuchan, tendremos que hacernos escuchar”, advierten.
Mientras tanto, Teoloyucan vive en pausa, atrapado entre la promesa del tren y el temor de que el llamado desarrollo pase de largo, dejando solo divisiones y riesgos. La exigencia es directa: que el progreso no llegue a espaldas de quienes habitan el territorio.