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Comerciantes y prestadores de servicios denuncian que la medida para impedir el acceso al Xinantécatl los deja sin su principal fuente de ingresos en la temporada más importante del año.
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
En el actual periodo vacacional, cuando históricamente la afluencia de visitantes sostiene a decenas de comunidades, el cierre total del acceso al volcán Xinantécatl, Nevado de Toluca, ha dejado a familias enteras sin ingresos y con un marcado sentimiento de abandono institucional.
La decisión, atribuida a Protección Civil y a autoridades ambientales, fue justificada por las bajas temperaturas, la presencia de hielo en los accesos, fuertes vientos y neblina densa. Para los habitantes, sin embargo, estos argumentos resultan insuficientes para dimensionar el impacto económico y social que hoy enfrentan.
En los poblados cercanos, los locales permanecen cerrados y los comedores lucen vacíos. “Todo el año aguantamos para estas fechas. Aquí es cuando se recupera lo perdido, cuando se paga la escuela y las deudas. Ahora no entra nadie”, lamenta una comerciante que desde hace años vende alimentos calientes a los visitantes. Su testimonio se repite entre guías de montaña, artesanos, rentadores de caballos y pequeños productores que viven directa o indirectamente del turismo.
Las autoridades informaron que el acceso está bloqueado desde puntos estratégicos como El Mapa y el Parque de los Venados, lo que impide el ascenso hacia las lagunas y las zonas más visitadas del volcán. La medida es indefinida. No existe un calendario de reapertura ni un esquema de apoyo económico para quienes dependen del flujo turístico. Esa ausencia de información resulta, para los vecinos, tan grave como el cierre mismo.
“Dicen que es por seguridad, pero nadie nos pregunta cómo vamos a sobrevivir estos meses”, reclama un guía local. Recuerda que en temporadas anteriores el volcán llegó a recibir miles de personas en un solo día, generando una derrama económica vital para la región. Hoy, la actividad es nula y la incertidumbre crece conforme avanzan los días.
La inconformidad, aclaran los habitantes, no es contra la protección ambiental, sino contra una decisión tomada sin diálogo ni alternativas. Señalan que cuidar el Nevado no debería implicar dejar a las comunidades sin sustento. Mientras la nieve cubre las cumbres, en los pueblos el ánimo es de enojo y preocupación. La exigencia es clara: ser escuchados, incluidos en las decisiones y considerados como parte fundamental del equilibrio entre conservación y vida comunitaria.
